La zona geográfica importa y mucho: no es lo mismo vivir en el extremo este, en Baleares, que en el otro punto, el más occidental, Galicia. Mientras en Formentera ahora se hace de noche sobre las nueve menos diez, en San Xenxo, Pontevedra, aún queda día por delante, casi una hora más de luz.
Baleares vive del turismo y lo tiene claro: quiere que oscurezca más tarde en invierno. Pero el horario de verano, el que quieren los baleares para el invierno, supondría para los gallegos empezar el día de noche. Allí no amanecería hasta pasadas las diez de la mañana, algo que no convence.
Con el horario de invierno, en invierno ganamos luz por la mañana. Eso convence a los gallegos y también a quienes apuestan por la conciliación, por horarios más racionales. En el extremo contrario, la hostelería, que opta por quedarse en el horario de verano.
Lo que parece tener cada vez menos ventajas es el cambio de hora y sí trastornos para a la salud. La hora se cambia en el norte de América y Europa, entre otras zonas. Los países tropicales nunca han ajustado sus relojes y otros como Rusia, Turquía o Islandia lo han dejado de hacer. Justo lo que Bruselas piensa proponer: que no se toque más la hora. Si en España nos quedaremos con el horario de verano o de invierno, lo decidirá un comité de expertos.