Eran captadas a través de las redes sociales por chicos mayores, las enganchaban a la droga y entonces las prostituían. Así funcionaba la red que explotaba sexualmente a menores en Madrid, algunas con apenas 13 años y tuteladas por la Comunidad.
El atestado policial, al que ha tenido acceso Efe, recoge los testimonios de varias de estas niñas, testigos protegidos tras ser desmantelada la red a finales de noviembre de 2021. La denominada Operación Sana se saldó con la detención de 37 personas.
La red, que explotaba a diez menores, contaba con un "jefe", conocido como Tavares, que controlaba el poblado chabolista de San Cristóbal (en el distrito madrileño de Villaverde), donde muchas de las menores eran agredidas sexualmente.
Bajo sus órdenes estaban varios jóvenes, como el Kalifa, Chuky o el cantante Saymol Flyfy, encargados de captar a los menores a través de redes sociales, donde alardeaban de tener dinero y artículos de lujo.
La investigación del Grupo XXII de la Jefatura Superior de Policía de Madrid se abrió el 15 de abril de 2021, cuando se detectó que una menor de 13 años ejercía la prostitución con la anuencia de su padre, que se lucraba de ello.
Esta chica estaba tutelada por la Comunidad de Madrid y el propio centro había denunciado su desaparición.
Según explicaron los educadores a los agentes, era habitual que se fugara y ya habían presentado otras denuncias. Cuando desaparecía, solía ir acompañada por su padre, un toxicómano habitual de la zona de Puente de Vallecas que vivía en una casa okupa junto con otros drogodependientes.
Agentes tutores de la Policía Municipal de Madrid ya la habían llevado de vuelta al centro en dos ocasiones anteriores, una vez, según se recoge en el atestado, con un "alto estado de somnolencia, incoherencia y portando una mochila con numerosos preservativos, gel íntimo o lubricantes".
Según el testimonio de una educadora del centro, cuando regresaba tas fugarse lo hacía en unas "condiciones de desamparo total, sucia, con aspecto de yonqui y sin apenas fuerzas".
En las analíticas que se le hicieron tras ser encontrada en abril dio positivo en cocaína y cannabis; tenía además una enfermedad de trasmisión sexual.
Tras este episodio, una patrulla la localizó de nuevo el 23 de junio en una chabola en la calle San Norberto, en el barrio de San Cristóbal de Villaverde.
Según dijo, espera a su amigo Kalifa, un dominicano de 22 años que por primera vez aparecía en las investigaciones de los agentes. Estaba "enfadada con su padre" porque la había "ofrecido" a un amigo a cambio de una bolsa de cocaína.
Familiares de la chica manifestaron a la policía que sospechaban que el padre también había abusado sexualmente de ella y que la había "vendido" al Kalifa por dos bolsas de cocaína, algo que el propio joven reconoció.
En el poblado era conocida como la "niña pelirroja morita", "enamoradísima" del Kalifa, de acuerdo con testigos entrevistados por la policía, que se enfrentaba a una red compuesta principalmente por ciudadanos dominicanos del entorno de las bandas latinas de Vallecas, Usera y San Cristóbal.
Su objetivo eran menores de edad especialmente vulnerables por sus circunstancias sociales, familiares, económicas y afectivas y "habitualmente tuteladas en centros de menores", apuntan los investigadores.
Las captaban los miembros situados en los peldaños inferiores de la banda por el método denominado "lover boy", buscando que se enamoraran de ellos a través de Youtube, Instagram o Facebook.
El atestado destaca el miedo a denunciar de unas menores que quedaban atrapadas en una organización relacionada con bandas latinas y dirigida por Tavares, coordinador de todos los hechos delictivos.
La investigación policial dio un vuelco cuando una menor de 14 años solicitó ayuda en un estanco el 31 de agosto y denunció que había sido retenida y violada en un local durante tres días.
También estaba tutelada por la Comunidad de Madrid, en un centro de Paracuellos del Jarama, y se había fugado después de pasar las vacaciones con su familia.
Los agentes ataron cabos cuando dijo que era novia del Kalifa. Relató su cautiverio e incluso realizó un plano del local donde había estado retenida.
"Había veces que yo no quería (acostarme con otros) y que Kalifa me decía que si no lo hacía él se iba a ir y no le iba a volver a ver", confesó la menor, que también es testigo protegido.
Una vez en la organización, las menores se encargaban de mover droga entre poblados de toxicómanos y narcopisos. Según se iban enganchando, la banda las colocaba a calles aledañas al Polígono Marconi y locales para que ejercieran la prostitución.
Los pisos que manejaba la red, en los que también se traficaba, estaban regentados generalmente por una mujer de etnia gitana, Ana la Negra o La Rubia. Las agresiones, según el sumario, llegaron a ser grabadas.
También esta relacionado con la investigación un prostíbulo en la calle Felisa Méndez, regentado por un albañil de Vallecas que conseguía clientes para una de las menores tuteladas.
Este hombre llegó a fotografiar desnuda a una menor para publicitar su local y la agredió sexualmente en su chalet de Fuentidueña del Tajo.