Philip Tarver, un hombre de 47 años, ha sido condenado a cadena perpetua y deberá cumplir al menos 19 años en prisión por apuñalar a su madre de 86 años con una espada antes de decapitarla y guardar su cabeza en el congelador, todo ello mientras sufría una psicosis inducida por las drogas. Tarver había tomado cocaína y mezclado cerveza con vodka antes de atacar a Angela Tarver con una espada ornalmental de más de 30 centímetros de largo.
La mañana del 19 de diciembre del año pasado, Philip bajó las escaleras de la casa familiar en Woking, Surrey (Inglaterra), vestido con una bata de mujer y comenzó a desenchufar los aparatos eléctricos antes de volver a subir. Cuando su padre Colin, de 84 años, le encaró por su comportamiento "completamente inusual", el acusado comenzó a gritar y lo empujó fuera de su habitación. Colin le dijo al tribunal que escuchó a su esposa gritar, y cuando pudo entrar la encontró tirada en el suelo.
Después se dio cuenta de que su hijo sostenía la espada que había usado para apuñalar a su madre en el pecho. "Se veía extraño, demente. Sus ojos eran de un color amarillo. Dijo: 'Tengo que matarte'", contó el señor Tarver. El jubilado pudo desarmar a su hijo y llamar al 999. Cuando llegó la policía, Philip salió corriendo de la casa familiar y agitando una pequeña bandera de la Union Jack al mismo tiempo que proclamaba: "Me rindo, me rindo". "Lamento haberla matado. Maldita sea, debo arrepentirme de mis pecados", añadió. Los oficiales encontraron la cabeza de la Sra. Tarver en el congelador y el dedo anular de la mano izquierda desmembrado en la tetera.
Philip Tarver tenía antecedentes de consumo de cocaína y cannabis, pero las pruebas psiquiátricas revelaron que era responsable de sus acciones. Sin embargo, durante el juicio negó el asesinato y culpó descaradamente a su padre. El jurado lo condenó unánimemente por asesinato después de 12 horas y 43 minutos de deliberación. La jueza Anne Molyneux lo encarceló de por vida con un mínimo de 19 años, además de 18 meses por las amenazas de matar a su padre.
La jueza Anne Molyneaux dijo que Tarver había sufrido "un trastorno mental" en ese momento, inducido por drogas. También se refirió al padre del condenado y marido de la víctima mortal: "Colin Tarver ha hablado de la naturaleza generosa de su esposa y su amor por la vida. Ella trajo alegría a todos los que la conocían. Ha perdido a su mejor amiga, el amor y la luz de su vida. Su sentimiento abrumador hoy es de tristeza".