Son poco más de las ocho de la mañana y el circulo de compañeros de Airbús, y agentes de la Guardia Civil, se cierra en torno a las explicaciones sobre cómo se va a desarrollar la búsqueda esta mañana. En el centro, una mujer joven, alta, de negro riguroso, escucha con atención. Es Ana, uno de los cinco hermanos de Alejandro Martín, que llego ayer por la tarde desde Madrid para seguir el operativo. No tiene fuerzas para hablar, dice que pronto estarán aquí su madre y otras dos hermanas. Sus únicas palabras son de agradecimiento a los compañeros de Alejandro.
. "El despliegue de los compañeros de mi hermano esta siendo increíble", comenta Ana. "Han pedido días de vacaciones en su trabajo, están pagando con su dinero sus desplazamientos, todo para buscar a mi hermano".
"Vinimos ayer, hoy y tenemos gente preparada para mañana sábado", cuenta uno de los compañeros que se acerca a su coche para reponer fuerzas y beber algo de agua. "Si mi jefe me pone alguna pega lo hago igual. Los quinientos de la plantilla somos una piña"
El dispositivo es hoy, si cabe, aún más amplio: "Estamos aquí veintitrés guardias civiles, más de una veintena de compañeros de Alejandro en Airbus, Un helicóptero, una embarcación de Salvamento Marítimo", enumera el capitán al mando de las tareas de búsqueda. "Además viene para acá un equipo de investigación y hemos traído dos perros especializados en búsqueda de personas desde Sevilla".
Los dos perros son dos pastor belga malinois que se revuelven en sus jaulas. Un macho y una hembra. Bosco y Jenny. Bosco es el primero en salir a buscar un posible rastro del desaparecido. Con su guía, y otros dos agentes, se dirige a la zona de playa donde se encontraron sus enseres.
Fue sobre las once de la noche del pasado martes. A esa hora, se recibe en el cuartel de la Guardia Civil en Zahara de los Atunes la llamada de un hombre que lleva cuatro horas observando una mochila en la arena. Nadie aparece a por ella. Cuando los agentes llegan, encuentran en ella la documentación de Alejandro Martín, su teléfono móvil, y hasta su dinero. Un mal presagio que confirma su coche, aparcado en las inmediaciones con el parasol evitando un calor que ya no existe a esas horas de la noche.
Desde entonces ni un rastro. Los equipos revisan la playa de los Alemanes, otros se dirigen hacia la cercana playa de EL Cañuelo. Un tercer grupo se adentra en el bosque tupido de lentisco, cercano a los arenales. Alejandro, 41 años, técnico de pruebas del A400M, no aparece. Si sufrió un accidente mientras nadaba, la búsqueda puede alargarse. Hay temporal y fuertes corrientes que podrían haberle alejado mucho de la costa.