Con solo seis años, Elena ya ha contrato un profesor particular para su hijo. Dice que quiere que coja el hábito del estudio cuanto antes. El docente va una hora a la semana a casa y controla que el niño haga bien los deberes, lea y repase operaciones matemáticas. El importe de la clase es de 10 euros por 60 minutos.
Los hijos de Damián y María, de ocho y 10 años, también tienen una profesora de inglés para reforzar lo que aprenden en el colegio bilingüe al que asisten. Pagan 20 euros la hora a una profesora nativa. "Desde que dan clases con ella, han mejorado una barbaridad", explica Damián.
Cada vez más padres se preocupan por ofrecer un extra de formación a sus vástagos fuera de la educación reglada. Lo dicen las cifras. Uno de cada cuatro estudiantes españoles de primaria, el 24%, recibe apoyo de un profesor particular. En los últimos años, el sector ha triplicado su volumen por tres, según el informe 'Educación en la sombra en España: cómo las clases particulares se están convirtiendo en un bien de primera necesidad', publicado por el laboratorio de ideas EsadeEcPol, que ha analiza el peso del mercado en las clases particulares en España a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística.
"Ha habido una subida sostenida importante entre 2006 y 2019 que además se ha producido coincidiendo con los años de la llamada Gran Recesión, es decir, en unas condiciones donde era difícil que cualquier gasto subiera”, explica a NIUS Juan Manuel Moreno, autor del estudio y exasesor educativo del Banco Mundial. "En esos años, el gasto de las familias cayó en cosas tan básicas como alimentación, ropa o restaurantes, y, sin embargo, la inversión en clases particulares no dejó de crecer".
Estas clases de refuerzo no solo son contratadas cuando el alumno va mal en los estudios, también para que sus resultados sean competitivos de cara a un futuro laboral. Lo corrobora David Calle, dueño de la academia Unicoos desde hace 20 años en Madrid. "Son clases dirigidas a reforzar a aquellos estudiantes que sacan malas notas para que puedan aprobar, pero también para mejorar las notas de aquellos alumnos de primero y segundo de bachillerato con la idea de que puedan elegir la carrera que quieran. Cada décima cuenta. El salto de cuarto de la ESO a bachiller es enorme y hay muchísimos suspensos en primero de bachiller”, explica.
Insiste en la idea Moreno. "Los padres que recurren a esos profesores particulares quieren más apoyo y atención a sus hijos. Lo que perciben como gran ventaja comparativa de las clases particulares es la personalización. En la medida que piensan que esa atención personalizada va a permitirle a sus hijos bien ponerse al nivel que le corresponde o bien destacar, recurren a estas clases particulares. Y, aun así, lo hacen a ciegas porque es un mercado en el que la calidad de estos proveedores está en la sombra", asegura el autor del informe.
Clases particulares de matemáticas y ciencias se llevan la parte del león de este mercado. Lo cierto es que estas clases ahondan todavía más la brecha social entre los alumnos procedentes de familias más adineradas y más pobres. Los hogares ricos invierten hasta cinco veces más que los que tienen dificultades económicas en estas clases de refuerzo para sus hijos. En 2019 las primeras se gastaron 1.023 euros de media frente a los 550 euros que destinaron los hogares con menos recursos.
Con todo, nadie se quiere quedar atrás y las familias de clase media o media-baja han ido incrementando su gasto a una velocidad mayor que el de los hogares más pudientes. "Está claro. Todas las familias españolas, no solo las de mayores recursos, están mostrando una mayor preocupación por el futuro de sus hijos y recurren a todas aquellas oportunidades que les permitan seguir en el sistema educativo, beneficiarse de la educación y aspirar cada vez a más cosas", señala Moreno.
El entorno es cada vez más competitivo y hay que luchar más para poder obtener una plaza en instituciones prestigiosas. "Las familias tienen cada vez menos hijos y pueden invertir más en los que tienen y a las vez los padres cada vez tienen menos tiempo para atenderlos en materia escolar y recurren a terceras personas para que lo hagan", apunta Moreno.
Las cifras de alumnos que reciben clases particulares en España es, a pesar de todo, relativamente baja si nos comparamos, por ejemplo, con los países asiáticos. Un 80% de los estudiantes coreanos de primaria y un 90% de los japoneses tienen clases particulares. En China, en cambio, han prohibido las clases particulares. Allí las familias se gastaban una ingente cantidad de dinero para lograr que su único hijo triunfase académicamente en un país sumamente competitivo. Detrás de esta decisión se esconde la intención del Gobierno chino de incentivar que las familias, al no gastar tanto dinero en estas clases, se animen a tener más hijos.
Lo cierto es que familias adineradas de todo el mundo contratan los servicios de superprofesores para que impartan clases a sus vástagos con vistas a mejorar su formación y sean admitidos en las universidades más prestigiosas de Reino Unido y Estados Unidos. Estos docentes son tan solicitados que, en algunos casos, las reservas para recibir sus clases se hacen hasta con tres años de antelación.