Cuando en febrero de 2020, hablar de covid era algo raro Begoña empezó a sentirse mal. Tras 10 días de fiebre continua, malestar, dolor de cabeza y cansancio sus hijas empezaron con la misma fiebre. Lo que les diagnosticaron como covid ha pasado a día de hoy, un año y cinco meses después, a ser una autentica pesadilla. "Tenemos covid persistente, creo que entre las tres hemos pasado por los más de 200 síntomas de la covid conocidos. Poco a poco estamos mejor, pero seguimos teniendo pequeñas cosas, esto no termina nunca", dice Begoña Toquero de 47 años y madre de dos niñas de 15 y 9 años, las tres con con covid persistente.
"Por ejemplo, yo he vuelto a trabajar hace tres meses pero ha habido días que no era capaz de moverme, siempre tenía fiebre, no mucha pero si febrícula. Otro día, cogí el coche para ir a buscar a mi hija al colegio y cuando lo aparqué no sabía que hacía allí y me fui a hacer recados. Olvidé recoger a la pequeña del colegio. Es una sensación de tener la cabeza hueca por dentro. No recordar ni el nombre de tu vecina tras 20 años de amistad es muy duro. Nunca había sentido algo así", explica Begoña.
Según un estudio publicado en EClinicalMedicine de The Lancet por el grupo internacional Patient-Led Research Collaborative for Long COVID, los pacientes de COVID persistente sufren durante su enfermedad de 25 a 55 síntomas diferentes, de un abanico de 203 síntomas posibles en total, que afectan a diez sistemas orgánicos. En el 91 % de los casos el tiempo de recuperación alcanza los ocho meses.
Los síntomas de estas tres mujeres han sido muy variados. Presión en el pecho, taquicardias, dolor de cabeza muy intensos, diarreas, dolor de estómago, pérdidas de memoria, dificultad respiratoria, dolor muscular, tos, dolor articular, dolor torácico, alteración del olfato o del gusto. "Estuvimos tres meses metidas en casa y en mayo dimos negativos, pero el bicho seguía ahí, nosotras no estábamos bien", cuenta Begoña.
Uno de los pocos días que lloró de alegría fue cuando escuchó que existía la Asociación Long COVID ACTS (Autonomous Communities Together Spain). Actualmente están inscritas más de 3.000 personas. "Hay más gente como nosotras, no somos las únicas", pensó Begoña. En España hay entre 400.000 y 600.000 personas que sufren COVID persistente, según las autoridades sanitarias.
"Para mi ha sido una pesadilla, pero ver a mis hijas tiradas en la cama sin moverse, con toda la vida por delante y sin ser capaces de levantarse, ha sido lo peor. Es algo muy gráfico, cuando ves que tu hija de casi 16 años te dice que el sábado se va de excursión con sus amigas y ese mismo día dice que no va que no puede moverse, yo pienso, ¿cómo debe estar una chica para quedarse en casa pudiendo ir con amigos?, lo paso muy mal", cuenta su madre.
Han pasado por todos los médicos posibles, medicina interna, dermatólogo, psicólogo, neurólogo, ginecólogo y siguen. La joven ha conseguido terminar 3º de la ESO, no sin mucho trabajo y amor propio. "Sacaba unas notas estupendas, estaba en el equipo de atletismo y este año lo ha tenido que dejar. Era incapaz de ir a entrenar o de sentarse a estudiar todos los días. Ha pasado semanas en la cama. Otros días sin embargo se levantaba con fuerza e incluso corría con el equipo. Es una sensación extraña, es un impedimento físico".
La mayor, sigue con fiebre, tiene presión en el pecho y dolores de cabeza insoportables, seguimos en tratamiento. Además, está tendiendo problemas con la menstruación. "Hay meses que ha tenido tres reglas y otros nada. El ginecólogo le está haciendo un seguimiento exhaustivo. Es muy joven", cuenta Begoña muy preocupada.
En el caso de la pequeña los síntomas han sido otros. "El cansancio extremo lo hemos compartido las tres, pero ella tiene sobre todo problemas de estómago. Y llagas, aftas en la boca, heridas en los labios, en la lengua, diarreas y fuertes dolores de tripa. Aun así es la que mejor está, parece que poco a poco ella está volviendo a ser quien era".
"Los médicos nos dicen que paciencia, pero a mi se me está agotando, aunque es verdad que poco a poco las veo algo mejor. Yo sufro por ellas. Son muy jóvenes y me da miedo que esto les pase factura", concluye Begoña.