Es la enésima vez en la que un grupo de padres dinamita un evento deportivo entre niños pequeños para darles el peor ejemplo posible con una batalla campal en las inmediaciones del terreno de juego. Da igual el deporte y da igual el rincón del planeta en el que se produzcan; las imágenes siguen siendo igual de pésimas: adultos intercambiando insultos, puñetazos, patadas, empujones y arañazos mientras los niños, ajenos a esa violencia repentina y desmedida, contemplan incrédulos lo que sucede ante sus ojos en el marco de una actividad que debe, de hecho, ensalzar valores radicalmente opuestos como son el trabajo en equipo, el respeto al adversario, el aprendizaje en la derrota y la generosidad en la victoria, entre otras muchas enseñanzas positivas para el desarrollo del menor.
Nada de eso representa lo que aconteció durante un partido de béisbol en la Escuela de Primaria de Westgate, en Lakewood, Colorado, donde entre 15 y 20 adultos, de acuerdo a la Policía de Lakewood, comenzaron violentamente a pelearse. Y todo porque, según recoge ABC News, un padre estaba enfadado con las decisiones que estaba tomando el árbitro, que era un niño de 13 años. Resulta difícil de comprender, pero la intransigencia no tiene límites.
Ante el grupo de menores de 7 años que estaban jugando, la situación acabó derivando en el enfrentamiento de distintos padres y, finalmente, en esa auténtica batalla campal que ha acabado con la Policía de Lakewood difundiendo las imágenes del suceso para pedir colaboración ciudadana y conseguir arrestar a los principales implicados.
“Estos adultos tomaron el campo y empezaron a agredirse los unos a los otros durante un partido de béisbol de niños. Estamos buscando cualquier información y, en particular, identificar al hombre vestido con una camiseta blanca y pantalones azul verdoso. Varias personas ya han sido citadas por esta pelea en la que ha habido varios heridos”, han comunicado las autoridades a través de Twitter.
Las tristes imágenes captadas en Colorado contrastan con las que esta misma semana hemos visto en Huelva. Y contrastan porque, precisamente, fueron los niños los que frenaron a tiempo la discusión que se estaba produciendo en las gradas entre los padres. Fueron los alevines del Málaga, durante un encuentro contra el Sporting de Portugal, los que, animados por sus técnicos, pararon el juego para acercarse al lugar de la grada donde se estaban crispando los ánimos y darle la espalda a los adultos en un gesto de rechazo a sus actitudes.