El barrio de El Príncipe, una pesadilla donde impera la omertá
Rubén Fernández
16/10/201807:06 h.La reciente detención del denominado ‘número dos’ de la conflictiva barriada de El Príncipe ha vuelto a traer a la actualidad la compleja situación que se vive en la localidad ceutí. Identificado en la zona como ‘El Rubio’, se le conoce “por su amplio historial delictivo y su peligrosidad”, tal y como explicaba la Policía en el comunicado que informaba de su arresto. Le cogieron junto a otros tres integrantes de una red que se dedicaba, –entre otros–, a introducir a ciudadanos argelinos en la Península utilizando narcolanchas. Cada inmigrante tenía que pagar unos 2.000 euros para poder emprender el viaje, de tal modo que, en cómputo global, la banda se aseguraba cerca de 26.000 euros de beneficios en cada salida que hacían desde las embarcaciones.
Según pudieron averiguar las autoridades, la captación de inmigrantes se realizaba en el propio Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta.
TRÁFICO DE PERSONAS Y TRÁFICO DE DROGAS
‘El Rubio’, de 40 años, ocupaba uno de los escalafones más altos de la red y ni siquiera mantenía el contacto directo con los inmigrantes ni con las embarcaciones que empleaban, pero él, como el resto de delincuentes que trabajaban a su lado, han encontrado en la desesperación de los migrantes una forma fácil –a la par que cruel y miserable– de conseguir dinero. Encuentran “más sustancioso dedicarse a este ámbito criminal que al relacionado con las drogas”, expresa la policía.
Porque, efectivamente, el tráfico de personas es solo uno de los muchos problemas en los que se halla inmersa la ciudad autónoma, y es algo que va ‘de la mano’ junto al tráfico de drogas. De hecho, los delincuentes han encontrado la forma de compatibilizar ambos actos delictivos, y pasean sus narcolanchas cubriendo la ruta del Estrecho exhibiendo su poder e incluso jactándose de hacerlo con impunidad.
EL PRÍNCIPE, FOCO DE LA DELINCUENCIA
En este contexto emerge la barriada de El Príncipe como uno de los principales focos de la delincuencia. Situado geográficamente en una zona costera idónea para los propósitos de estas bandas organizadas, por sus calles se registran buena parte de los actos que elevan la tasa de criminalidad en Ceuta. Sin embargo, más allá de los contabilizados en el balance del ‘Portal estadístico de Criminalidad’ del Ministerio del Interior, –el cual pese a todo refleja que en los dos últimos trimestres ha descendido un 6.6% en esta ciudad autónoma con respecto al mismo periodo de 2017–, se encuentran todos aquellos crímenes y delitos que subyacen bajo el silencio y el miedo a las represalias; aquellos que no han sido registrados por las fuerzas del orden pero que, como los otros, contribuyen a la desolación de los vecinos que, sin tener nada que ver con ese entorno de delincuencia, están obligados a convivir con ello.
Desde el robo con intimidación a repartidores de alimentos como el registrado a finales de 2017, –valorado en 3.000 euros–, hasta el de dos barras de pan y 4 euros con 20 céntimos, perpetrado con ‘abuso de superioridad’ (por dos adultos) tras golpear a un niño de diez años el día de Reyes. Ambos sucedieron en El Príncipe y ambos constituyen un mero ejemplo de la compleja situación que se vive en la barriada y sus inmediaciones. El hurto y el robo están a la orden del día en un lugar en el que, además, los traficantes de droga han sabido hacer su sede. Desde aquí, distintas redes internacionales han establecido su ruta recogiendo hachís procedente de Marruecos para, después, introducirlo en la Península. El pasado mes de febrero, una organización criminal que seguía ese patrón fue desarticulada por la Policía Nacional. En la operación a gran escala fueron detenidos 17 integrantes de la red y se incautaron 1287,3 kilogramos de hachís.
CUNA DEL YIHADISMO EN ESPAÑA
No obstante, buena parte de la mala reputación de El Príncipe se debe a que es señalada desde hace tiempo como una cuna del yihadismo en España. Así lo corroboran declaraciones como las de un testigo protegido que, en abril de este mismo año, confesó que formaba parte de un grupo que se reunía los jueves en un garaje de la barriada para hablar de asuntos de drogas. Sin embargo, pronto esos encuentros comenzaron a ser sobre “temas de terrorismo; de yihadismo”, en los que compartían vídeos de matanzas y cánticos yihadistas.
“Hablaron de que tenían que apoyar a sus hermanos en Ceuta y a mí me entró miedo y fui a declarar”, expresó ante la Audiencia Nacional, que dos meses después condenaría a 17 años de cárcel a dos yihadistas pertenecientes a la célula en cuestión: Abdelilah Chellaf Baali, alias 'Stilike', e Icham Abdeselam Mohamed, alias 'Barbarroja'; ambos ciudadanos españoles que guardaban armas de guerra y planeaban atentar en Ceuta.
Según dispuso la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, los dos formaban parte de un grupo permanente que se reunía en el garaje de uno de ellos "en la más estricta confidencialidad" para hablar de la yihad islámica.
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ASALTOS Y EMBOSCADAS
Más allá, El Príncipe es ese mismo barrio que obliga a que algunos autobuses urbanos precisen incluso escolta policial porque llegan a ser asaltados hasta por menores a fuerza de gas lacrimógeno y réplicas de un fusil de asalto, como sucediese el pasado mes de marzo; o el que motiva que la Policía Nacional tenga que desplegar amplios dispositivos alrededor del Hospital Universitario de la ciudad –próximo a la barriada– para prevenir agresiones al personal sanitario, sabedores de que el uso de armas blancas de gran tamaño es algo más que habitual en los diferentes episodios delictivos que se suceden en El Príncipe y sus inmediaciones…
El Príncipe es ese mismo lugar en el que bomberos denuncian sufrir continuas emboscadas cuando acuden con la mayor profesionalidad y la mayor de las diligencias a atender un aviso por incendios declarados en los contenedores de la zona, pese a que “el 90%” de las llamadas solicitando auxilio responden en realidad a “emboscadas”, tal y como apuntan fuentes del Cuerpo de Bomberos citadas por Europa Press.
En ocasiones, relatan, se han visto obligados a emprender la huida y renunciar a sofocar las llamas de los contenedores incendiados en el centro de la barriada por ser “imposible”, incluso con escolta policial, asegurar la intervención.
EL IMPERIO DE LA OMERTÁ
Así las cosas, en un lugar de conflicto continuo en donde perdura y reina la omertá, –la denominada ‘ley del silencio’ que, por miedo o complicidad, lleva a una amplia parte de El Príncipe a no denunciar las actividades delictivas que se fraguan en la zona–, se hace evidente la necesidad de encontrar medidas y soluciones que, desde un trabajo que ha de ser abordado de forma conjunta y transversal entre las distintas instituciones, lleven a la población a salir de un problema de enorme magnitud. Máxime, cuando más allá de la delincuencia, también sufre de problemas de escolaridad y una tasa de paro que contribuye a que, precisamente, Ceuta lidere la lista entre todas las comunidades autónomas, con más parados en España, de acuerdo a los últimos registros del Instituto Nacional de Estadística.