Aunque no existen muchos estudios longitudinales de las autolesiones no suicidas (ANS), el artículo publicado en Actas españolas de psiquiatría titulado Revisión y actualización de la autolesión no suicida: ¿quién, cómo y por qué? recoge que los que se han realizado muestran que esta conducta es estable en el tiempo para los adolescentes que la practican: el 63% continúa haciéndolo después de un año de haber empezado a hacerlo.
Analía Lara, psicóloga del Centro de Salud Mental de la Fundación Althaia, asegura sobre las ANS que "en los últimos 10 años ha habido un aumento", citando como una causa al incremento del uso de las redes sociales entre adolescentes. "Es un tema de modas, los adolescentes prueban algo independientemente de que sea bueno o malo, les pica la curiosidad".
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Eso sí, la experta destaca que "los jóvenes que caen en la autolesión no buscan tanto una finalidad suicida como sí el hecho de poder contrarrestar una posible ansiedad en la adolescencia". El análisis de los diferentes estudios realizado refleja que "los adolescentes que incurren en autolesiones recurrentes muestran más problemas de regulación emocional, un peor rendimiento académico, más problemas interpersonales y baja autoestima".
No son solo los adolescentes los que recurren a esta vía de escape contra episodios de ansiedad y desequilibrios emocionales, también los adultos. Es una vía de escapa que se va convirtiendo en una espiral. "Antes era el tabaco, el deporte, conservar con los amigos, echarte a llorar... Las autolesiones son ahora otra vía para regular todas las emociones". Obviamente, es una elección que nada cura y que deja huellas física y psíquicas que son difíciles de borrar.
Buscan una respuesta inmediata
Una palabra clave en las autolesiones no suicidas es la inmediatez. Los adolescentes que recurren a este mecanismo "quieren tener una respuesta inmediata. Los niños y adolescentes tienen una menor tolerancia a suportar situaciones incómodas y quieren una solución ya", y ahí es donde entra el autoinflingirse daño físico. Y para contrarrestarlo, la experta señala que "hay que dotar a los adolescentes de estrategias alternativas para no llegar a ese punto".
"El poder tener una capacidad para tolerar según qué situación es la manera para resolverla". Así, es fundamental "tener una estrategia para confrontar las situaciones que les dan miedo". El objetivo final es "dotar de estrategias adecuadas para poder canalizar esa ansiedad, ya que sobre todo en la etapa de adolescente es cuando hay un mayor alboroto hormonal". Esas pautas para canalizar la ansiedad pueden ser muy dispares: "Relajación técnica, deporte, hacer un buen uso de las redes sociales para tener un soporte y gente con la que contactar, hablar con el entorno más próximo, acudir a un profesional...".
¿Existen diferencias entre hombres y mujeres?
Aunque históricamente siempre se han relacionado las autolesiones con el sexo femenino, los estudios realizados al respecto no muestran una diferencia notable entre hombres y mujeres, aunque sí es cierto que en este último grupo se suele dar de forma más habitual. La principal diferencia entre sexos está en los métodos que se utilizan para autolesionarse: mientras que las adolescentes tienen tendencia a utilizar métodos que implica ver sangre, como cortes o rascarse de forma grave; los hombres buscan disminuir ese malestar interno mediante golpes con los puños, con la cabeza o incluso con quemaduras.
Así, según los estudios que aporta el artículo la mayoría de personas que se autolesionan lo hacen cortándose, entre un 70 y un 97%, casi siempre en los antebrazos, las piernas y/o el abdomen; otros se golpean, entre un 21 y un 44%; y también se llegan a quemar, entre un 15 y un 35%. Eso sí, hay que matizar que la mayor parte de personas que se autolesionan lo hacen usando varios métodos.
Otro punto a destacar es que la ANS no es impulsiva. Es decir, la autolesión se planifica cuando la persona en cuestión está sola, cuando experimenta ideas o emociones negativas, o en respuesta a un acontecimiento estresante que incrementa la ansiedad. Incluso los estudios que han analizado este tipo de comportamiento reflejan que la mayor parte de las personas que hacen uso de la ANS no sienten dolor, o dicen sentir muy poco, cuando se autolesionan.