Le preguntamos a Raquel, una alcohólica, sobre “cuándo empezó a beber”, ella nos dice que “empecé a beber descontroladamente en la pandemia, para anestesiar toda mi incertidumbre y mi ansiedad, y a partir de ahí no pude parar, y estaba consumiendo una botella y media de ginebra diaria".
El suyo es el relato de una adicta al alcohol, la droga cuya adicción más ha crecido en los últimos dos años, concretamente un 200%, seguida de los psicotrópicos, un 105%, los estupefacientes, un 135%, el sexo, un 110%, o el juego un 150%.
La causa, nos cuenta Alejandro Muriel, psicólogo clínico, es que “estresores como la pandemia, la guerra o todos los cambios que está habiendo en estos momentos, han influido claramente en el aumento de consumo de sustancias y en el inicio de la edad de consumo".
Lo dice porque cada son vez más jóvenes, "yo entré en la droga desde muy pequeño, entre en recuperación hace unos años, conseguí estar dos años sin consumir, y con la pandemia pues otra vez volví a recaer", nos apunta Paco.
Paco y Raquel son nombres ficticios de dos enfermos que están tratándose en el centro de rehabilitación de la Fundación RECAL, que tiene su sede en Majadahonda (Madrid). Es uno de los más de 300 que hay en España. “Aquí las personas duermen, este es un centro residencial, lo que hacemos es acompañarles los primeros tres meses de su recuperación en esa abstinencia, donde les ayudamos a vivir sin adicción", nos dice el terapeuta del centro, Daniel Martínez.
Por su parte, Raquel apunta que "el síndrome de abstinencia es pavoroso, son temblores, es ansiedad, son sudores, no poder dormir, una autodestrucción total. A mí el alcohol me daba vergüenza, tenía culpa. Lo único que sabía es que necesitaba beber, beber, y cada vez más”. "Cuando llegue al centro, llegue en una situación de que cualquier día podría morir en la calle. Llegue con desnutrición, anemia, vamos, un yonqui de los que ves en la calle" apostilla Paco.
Una autodestrucción que afecta también al entorno, "se calcula que por cada adicto hay al menos tres personas de su entorno que pueden sufrir, de alguna manera enferman” cuenta Daniel. Todo en una enfermedad que sufren directamente más de un millón y medio de personas en nuestro país