Fumar hachís de manera compulsiva hasta caer inconscientes. Esta es la última y peligrosa moda entre muchos adolescentes, que no se dan cuenta de que está en juego su salud mental y que pueden desarrollar trastornos psicóticos.
Este nuevo fenómeno empieza a ser conocido como 'atracón de porros', un problema que puede tornarse a peligroso llegado un cierto punto. Los efectos de esta droga sobre la salud pueden resultar devastadores.
Las consultas se comienzan a llenar de personas que padecen lo que los especialistas han denominado una patología dual. Es una enfermedad mental que va acompañada de una o varias adicciones.
Pero la novedad del suceso no es la patología, sino la estrecha relación existente entre el consumo de cannabis entre la juventud y las formas más graves de dolencia mental. La velocidad de absorción del tetrahidrocannabinol o THC (principal componente psicotrópico del cannabis por la vía fumada pulmonar), la combustión, el vehículo del humo y el hecho de mezclarlo con tabaco industrial convierten al porro en la forma más habitual, más rápida pero también más dañina de acceso al cannabis.
Consumir hachís de forma compulsiva produce efectos considerables en los cerebros de los más jóvenes. El 30% de los menores lo ha probado alguna vez. A nivel farmacológico, el consumo conjunto de cannabis y tabaco aumenta la probabilidad de desarrollar adicción y dependencia y una menor probabilidad de abstinencia a largo plazo que el uso por separado. La adicción al tabaco es el efecto no deseado más frecuente que afecta a las personas consumidoras de cannabis.
El Cannabis sativa es una hierba originaria de los países asiáticos y conocida hace más de 4.000 años. Representa la droga ilícita más utilizada. Esta hierba es conocida comúnmente como marihuana, sobre todo en América.
Se suele consumir en cigarrillos llamados porros o canutos. Su vida media es muy larga, hasta más de siete días. Puede producir dependencia. Y entre los trastornos por el consumo de esta sustancia descritos en el DSM-IV-TR figuran: intoxicación con o sin alteraciones perceptivas; delirium por intoxicación; trastorno psicótico; trastorno de ansiedad y trastorno no especificado.
El Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) ha reunido a más de un centenar de expertos para dejar claro a la sociedad española que fumar porros "no tiene nada que ver" con el cannabis terapéutico.
Una "confusión" a la que atribuyen la baja percepción de riesgo del consumo de esta sustancia. La iniciativa forma parte del proyecto 'Evict' (evidencia cannabis-tabaco), financiado por el Plan Nacional sobre Drogas, con el que pretenden alertan de que la administración fumada de cannabis es la forma más nociva de consumo y, a diferencia de otras vías, no tiene nada de terapéutica.
La mezcla de ambas sustancias es generalizada en España y, de hecho, un reciente estudio internacional apunta a que con más de un 80% de usuarios duales es el país donde más se mezclan ambas sustancias.
Y según ha reconocido la vicepresidenta del CNPT, Adelaida Lozano, "es en los adolescentes donde hay que centrar el esfuerzo para acabar con los falsos mitos asociados al consumo dual de ambas sustancias".
"Tanto la nicotina como el THC producen multitud de interacciones farmacológicas sobre el sistema nervioso central, aparato cardiovascular, respiratorio, digestivo e incluso endocrino que estamos tratando de identificar", ha apuntado la psicóloga Ana Esteban.
Por lo que, el criterio de este colectivo de expertos es que transmitir a personas enfermas la idea de que los porros les van a curar, sería "un fraude sanitario y humano", puesto que "el cannabis, como cualquier droga, tiene su propia carga de enfermedad y de muerte que se dispara por el hecho de fumarla con tabaco".
El cannabis es la droga ilegal más de moda entre los adolescentes. Según un estudio, peligrosamente consumida en Galicia por auténticos niños. “Con 12, 13 y 14 años, el 40% ya se ha iniciado en el cannabis y eso es una bomba de relojería”, asegura Antonio Rial, profesor de Psicología de la Universidad de Santiago.
La llegada al instituto suele ser el momento de probar algo nuevo. También acudir a los botellones multiplica la tasa de consumo por 12, según el informe. “Es más probable que nos encontremos un adolescente que fume tabaco y cannabis, que solo tabaco”, advierte el profesor, uno de los autores del estudio. Datos alarmantes a edades tan tempranas. Los expertos advierten que tras los porros llega el alcohol, la cocaína y otras drogas.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Vermont (EE.UU), en la que se examinaba a jóvenes de 14 años de Irlanda, Gran Bretaña, Francia y Alemania; se ha comprobado que fumar un sólo porro de marihuana ya afecta negativamente al cerebro de un adolescente.
Según los resultados obtenidos, los cerebros de los menores que habían consumido una o dos veces en su vida marihuana tenían más porcentaje de materia gris acumulada en la amígdala, que está relacionada con procesos como el miedo y otros trastornos derivados de las emociones. También repercute en la zona del hipocampo, especializada en el desarrollo de la memoria y las habilidades espaciales.