Una atleta transgénero en Tokio: "Abre una puerta para miles de nosotras"
La noticia de que la neozelandesa Laura Hubbard será la primera deportista trans que acude a unos Juegos Olímpicos ha provocado reacciones en todo el mundo
Nius ha hablado con diferentes personas del colectivo transgénero que destacan la importancia de este hecho histórico
"Es un paso gigantesco para toda la comunidad trans", asegura la deportista canaria Omy Perdomo
Omy Perdomo (22 años) es la única española transgénero que juega en nuestro país en la máxima categoría de un deporte olímpico, el voleibol. Como cualquier otra deportista profesional ha fantaseado con participar en unos Juegos. Un sueño hasta ahora inalcanzable, porque ninguna persona de su colectivo lo ha conseguido.
Por eso, cuando este jueves Omy se ha enterado de que en los Juegos Olímpicos de Tokio va a haber una representante transgénero casi ha saltado de felicidad. "Lo primero que he sentido es una enorme ilusión", dice a NIUS, "porque abre una puerta para miles de nosotras". "Competir en igualdad con el resto de mujeres es algo grande. Creo que es un paso gigantesco para toda la comunidad trans", comenta emocionada.
"Llevamos mucho tiempo tratando de tener nuestro sitio en el mundo, intentando que las demás personas consideren que somos normales, que tenemos derecho a tener las mismas oportunidades que los demás, por eso la noticia es tan importante", destaca.
Una neozelandesa, la levantadora de pesas Laurel Hubbard, será la deportista trans que haga historia en Tokio. "Será un referente para miles de personas transgénero y para sus familias, para todos esos padres que verán que las cosas para sus hijos empiezan a cambiar, que pueden aspirar a todo", reconoce Perdomo.
"Tener un espejo donde mirarse es esencial", añade Natalia Aventín, presidenta de Euforia, la asociación de familias Trans-Aliadas, "porque con las personas trans hay una ausencia explícita de referentes. Y qué pasa cuando nuestros hijos carecen de ellos, que no se pueden ver reflejados en el futuro, y eso es algo necesario para cualquier persona", indica.
De eso sabe mucho Carmen García de Merlo, mujer trans y actual presidenta de COGAM, el colectivo de defensa de los derechos de la población LGTB de Madrid. "Yo nací en 1962, entonces no teníamos referente alguno. Las personas trans se dedicaban a la prostitución o al espectáculo, no había alternativa. Las que soñábamos con dedicarnos a otras cosas (Carmen es abogada, enfermera y funcionaria hace casi 30 años) tardamos años en salir del armario. Por eso que el próximo verano haya en Tokio una atleta de élite trans significa mucho, sobre todo para las nuevas generaciones. Va ser una punta de lanza, espero que sea la primera, pero no la última", admite.
Así lo espera también Omy Perdomo, "cuando yo debuté en la Superliga en 2018 pensé que tras de mí vendrían muchas más, pero no ha habido ninguna, y eso me entristece", admite. "El camino no es fácil, hay muchas trabas administrativas, muchos sinsabores, pero cuando se tiene claro quién eres y qué es lo que quieres hay que ir a por ello".
En cualquier caso son conscientes de que la presencia de deportistas trans en competiciones de élite va a ser minoritaria. "Primero por proporción poblacional y segundo porque todavía hay muchos países donde sufren una tremenda discriminación, por lo que es una quimera que puedan alcanzar notoriedad en este campo", apunta Aventín. "La noticia es muy positiva para visibilizar a este colectivo y da esperanza ver que se normaliza su situación, pero va a ser algo muy anecdótico".
Cuestión de testosterona
Laurel Hubbard ha conseguido clasificarse para Tokio por sus excelentes marcas y por sus correctos niveles de testosterona, porque "en el deporte olímpico no importan los genitales, importan las hormonas", asegura Perdomo.
El Comité Olímpico Internacional (COI) estableció en 2015 las directrices para deportistas trans. No exige cambios anatómicos quirúrgicos para participar en sus competiciones deportivas (algo así podría vulnerar los derechos humanos), pero sí obliga, en el caso de las mujeres, a que mantegan sus niveles de testosterona por debajo de 10 nanomoles por litro durante un periodo de, al menos, 12 meses, tal y como ha hecho Hubbard. La razón por la que se exige a las deportistas profesionales mantener bajas sus hormonas masculinas es para que no tengan una ventaja frente a sus competidoras.
Es la espada de Damocles de muchas deportistas trans. "Si cuando juego estoy al nivel de mis compañeras no hay críticas, pero como esté por encima sabes que te expones a ellas", advierte Perdomo. "Yo siempre he pensado que las mujeres trans somos bienvenidas en las competiciones deportivas siempre que no ganemos", explica. Cuando destacamos llega el recelo, la desconfianza de que nuestros logros se deben a que nuestras hormonas masculinas nos ponen en situación de superioridad". "En mi caso es absurdo, porque empecé a pincharme estrógenos muy joven, con 12 años, no llegué a desarrollarme como hombre, y porque además mi cuerpo, de forma natural, tiene un nivel de testosterona muy bajo, pero esa sombra siempre nos persigue", denuncia.
La propia Hubbard ha tenido que recorrer una travesía inhóspita en este sentido. Y eso que ha contado con el apoyo del organismo nacional de su país. En 2019 se encargaron de defenderla de los ataques que sufrió tras lograr la medalla de oro en los Juegos del Pacífico, donde encabezó el podio por delante de la campeona de Samoa, Feagaiga Stowers. Un triunfo que provocó una gran indignación en la nación isleña.
Un año antes, en los Juegos de la Commonwealth, la mayoría de las selecciones rivales mostraron su malestar y emitieron quejas por la presencia de Hubbard en la competición. En esa ocasión cayó lesionada y tuvo que abandonar el torneo, pero la Federación Australiana de Halterofilia había intentado prohibir su presencia, alegando que su musculatura y el poder que aún mantenía de cuando era hombre, le aportaba un extra con el que el resto no contaban, independientemente de su tasa de testosterona.
Ella declaró entonces. "Soy quien soy. No quiero cambiar el mundo, solo quiero ser yo misma". "Es que es así, no somos heroínas, solo chicas normales que quieren dedicarse a lo que les gusta. ¿Es tan difícil entenderlo?", concluye Perdomo.