Así se derrumbó el joven de Malasaña y confesó su denuncia falsa
"Yo solo quería que me curaran las heridas y que se mantuviera mi identidad en secreto"
"Iban enmascarados como los terroristas", dijo en su declaración
El joven de Malasaña se derrumbó ante el daño causado al colectivo LGTBI
"Yo solo quería que me curaran las heridas y que se mantuviera mi identidad en secreto". El joven que acusó falsamente de haber recibido una paliza y vejaciones por un grupo de ocho jóvenes en Malasaña tena miedo de que su actual pareja se enterara de su otra vida. Liga a la prostitución. Y de un encuentro especial con otros dos jóvenes con los que practicó actividades sexuales sadomasoquistas. Todo se precipitó cuando vio las marcas en los glúteos con la palabra maricón en uno de ellos y algunas lesiones. Al verle en ese estado su pareja, después de acompañarle a que le curaran, le instó a denunciar. La enfermera que el atendió también le dijo que las lesiones eran fruto de una agresión debían de dar parte por protocolo. Entre la espada y la pared, el joven denunció inventando una historia, pero sin señalar a nadie en concreto. Pese a todo puede ser acusado de denuncia falsa o simulación de un delito.
Los investigadores, convencidos de que el joven no decía la verdad (en las cámaras de la zona solo salía ir, ni rastro de nadie más, y los vecinos ni vieron ni oyeron nada; las lesiones necesitaban tiempo para ser efectuadas y eran dolorosas...) acudieron a su casa y jugaron la carta de los derechos de la comunidad LGTBI, a la que el joven no hacía ningún favor al generarle una sensación de miedo. "Estaba acorralado por las pruebas, la clave fue explicarle que el clima de tensión era bestial, por la tarde iba a tener lugar una manifestación, el ambiente estaba caldeado, le hicieron ver que había que romper la burbuja de una vez por todas...". Los investigadores le hicieron comprender que dejar en el aire que una manada homófoba estaba campando por Madrid era un riesgo para todos y más ante un colectivo tan vulnerable.
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No olvidan tampoco los agentes esas agresiones y también analizan su contexto, porque el mundo de la prostitución también es vulnerable a las agresiones. Hasta una treintena de agentes de la Policía Judicial de Centro y del Grupo de Delitos de Odio de la Brigada de Información han trabajado en un caso que ha dejado contra las cuerdas al ministro de Interior, Grande Marlaska, que ha señalado en su defensa que la Policía no le trasladó antes de ayer sospechas sobre la falsa víctima de Malasaña
Los investigadores creyeron en principio que la agresión sí existió, habida cuenta de las lesiones presentadas. El denunciante no aportaba qué tipo de acento tenían, si español o de otro país, después de que le gritaran "maricón", "comemierda" y "asqueroso". Eran, dijo, las 17.15 horas. Lo cierto es que el muchacho, que sí es homosexual, estaba aterrado por lo sucedido. A los investigadores les extrañó que en ese momento no pidiera ayuda: ni a sus vecinos, ni al 091 ni al Samur. Es más, tardó cinco horas en poner los hechos en conocimiento de la Policía. Se presentó alrededor de las 22.30 horas en la comisaría de la calle de Leganitos. Lo hizo solo.
En su declaración el joven señala que los jóvenes le colocaron una navaja en el cuello y la boca y le dicen 'si hablas te apuñalo la boca'. Entonces le tiran al suelo. "Uno se sienta sobre mi espalda y otros me agarran piernas y brazos para inmovilizarme". El chico negaba tener problemas con alguien o que hubiese sido víctima de amenazas previas. Aunque sí especificó a los policías que "iban enmascarados como los terroristas".
Pronto, se sospechó que los hechos no pudieron ocurrir en el lugar denunciado y que era imposible que hubieran actuado tantas personas y enmascaradas. Parecía increíble que una agresión de ese tipo, con una persona retenida en un bloque de viviendas, al que tuvieron que bajar los pantalones y le acuchillaran en la boca y le rajaran el insulto en el glúteo, se llevara a cabo en tan poco tiempo. Mínimo, media hora calcularon. Las circunstancias de los hechos fueron otras y por eso ayer volvieron a llamarle para que testificara en dependencias policiales. Estuvieron horas con él, a sabiendas de que mentía y lograron que se desmoronara.
Desde el Ministerio del Interior se puso en valor el trabajo de la Policía Nacional: "Ha decidido rectificar su declaración inicial y ha declarado que las lesiones inicialmente denuncias fueron consentidas. Esta declaración se produce sin perjuicio del desarrollo de las investigaciones y del procedimiento judicial".