Este año apenas hay chulonas de mantón, ni chulapos con parpusa en la cabeza. Es un San Isidro sin fiesta, con mascarilla por el riesgo de coronavirus y sin comida en la Pradrera. Hay quien se acerca a la ermita siguiendo la tradición y unos pocos se visten para la ocasión.
Al menos no faltan las típicas rosquillas, tontas, listas, francesas y de Santa Clara. Confinados se lleva por dentro al patrón, sacando mantones al balcón, bailando chotis y pasodobles en la terraza, para que al menos los más pequeños disfruten de la fiesta vistiéndoles con la gracia castiza.
Un San Isidro que también suena en la redes desde casa, incluso en modo orquesta, sonando al unísono como la sinfónica de Madrid que felicita así las fiestas a todos su convecinos. La fiesta que más celebra Madrid deberá esperar al próximo año.