Los grupos animalistas tienen ya su contrapunto. Se trata de asociaciones que, si bien defienden los derechos de los animales, critican que sean tratados al mismo nivel que los seres humanos y de eso hay muchos ejemplos.
Son sus mascotas o sus hijos, para algunos apenas hay diferencia y los pasean en sus carritos de bebé o de copilotos en el coche.
Quieren tanto a sus animales que se olvidan precisamente de eso, que son animales y este amor que humaniza no es tan bueno como parece.
Buenos son los amores perros, los que dan cariño, sin transformarlos a nuestra imagen y semejanza porque lo suyo no es montar en bici, ni ir al súper, ni comer pizza.
Mucha culpa la tiene Instagram por querer sacar la mayor proeza, gracia o pose del cachorrito. Ya sea un lindo cordero en pañales o esas monadas que ven el mundo desde la trona, otros en el trono, a cuerpo de rey, con el hocico terso de tanto ir al spa.
Ya nadie se atreve a decir qué vida más perra.