Pese a que la segunda ola de coronavirus está ahogando a buena parte de España y del mundo, aún quedan municipios que, increíblemente, permanecen libres de coronavirus. Uno de ellos es la localidad de Acublas, en la Comunidad Valenciana. Con apenas 605 habitantes empadronados, este pueblo perteneciente a la comarca de Los Serranos no ha registrado ni un solo caso gracias a la concienciación de sus vecinos y turistas que acudieron en marzo y se quedaron a pasar la temporada estival.
El 80% de los habitantes son personas mayores de 65 años, por lo que el miedo a contagiarse es mayor, y la gente que visitaba el pueblo respetaba este temor. En marzo, semanas antes del confinamiento, familiares de personas que viven en el pueblo llegaron a Alcublas y, con el estado de alarma, se quedaron allí a teletrabajar e incluso pasaron todas sus vacaciones. Eso sí, respetando las medidas de seguridad. “Si los de aquí se han portado bien, los que han venido de fuera lo han hecho impecable”, valora Blanca Rosa Pastor, la alcaldesa del municipio, en 'ABC'.
“Se nota la vida de familia, el respeto de los nietos por los mayores. Eso hace su papel. Los hijos y nietos han tomado conciencia, han venido poco a visitar a sus familiares y, cuando han venido, guardan las distancias”, apunta Pastor. Y es que la solidaridad ha impregnado el pueblo, dando todo un ejemplo de comportamiento colectivo. Durante el estado de alarma la cooperativa de la localidad se ofreció a llevar la compra a domicilio a personas mayores que se encontraban solas, aunque únicamente lo requirieron tres ancianos, pues el resto prefería salir para hacer la compra. Estas acciones también salvan vidas.
Los establecimientos del pueblo lucen carteles en los que se anima a mantener la distancia de seguridad y se señala la obligación de llevar mascarilla, unas medidas que, en general, se han cumplido rigurosamente. Sin embargo, algunos vecinos se muestran sorprendidos de que el virus no haya entrado en el pueblo porque “siempre hay gente reticente” y achacan este logro a la suerte. “Había personas que venían de fuera y decían: '¿Aquí también hay que llevar mascarilla?' Claro, el virus no se queda en la puerta esperando”, cuenta Pilar Tortajada, una de las empleadas del supermercado. En la misma línea, José Luis Ponce, dueño de uno de los bares y del estanco del pueblo, señala que todavía hay personas que no se han acostumbrado a convivir con el virus: “Hay gente con muchas precauciones y otras que no”.
Como en el resto de municipios españoles, la pandemia modificó la vida de los vecinos de Alcublas. La localidad tuvo que adaptar sus instalaciones para hacerlas más seguras. Actualmente, el hogar del jubilado tiene las actividades muy limitadas, sin talleres ni reuniones; el ambulatorio solo atiende con cita previa; los bares y restaurantes cierran a las 00:00 y se han incrementado las limpiezas y desinfecciones en el pueblo y en las instalaciones municipales. Por su parte, el colegio, con diecisiete alumnos y una clase de infantil y otra de primaria, ha iniciado el curso con normalidad y se considera una escuela burbuja. Además, el pueblo se vio obligado a suspender las fiestas, que fueron sustituidas por actividades culturales para los vecinos.
Ningún habitante de Alcublas se ha contagiado, pero la alcaldesa revela que sí llegó de fuera una persona que portaba el virus, aunque era asintomática. Al conocer su condición, la confinaron junto a su cuidador hasta que dio negativo en la PCR para evitar que pudiera contagiar a nadie. Además, para asegurar que cumplía el aislamiento completamente, pusieron a su disposición a un profesional de asistencia a domicilio de fuera de Alcublas para que le recogiera la compra de los establecimientos en horario que no hubiera otros clientes y le tirara la basura en un contenedor específico.