El profesor de Psicología de la Sexualidad Javier Gómez Zapiain, de la Universidad del País Vasco, critica la hipocresía de la sociedad neoliberal que "silencia" cualquier "discurso coherente acerca de la sexualidad humana." Un contexto, donde "todo se compra, todo se vende, el sexo también" en el que los jóvenes usan referentes distorsionados sin que la familia y la escuela ofrezcan vías alternativas válidas para llegar a una sexualidad sana y saludable.
"La sexualidad es manipulada por motivos ideológicos, intereses comerciales, asociándola a la publicidad, al incremento de las audiencias en medios de comunicación, o directamente al sexo de pago. Es en este contexto donde hay que valorar las agresiones sexuales de los menores", indica Zapiain.
De las 2.549 personas condenadas en 2017 por delitos sexuales, 269 eran menores de edad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra supone que un 11% de los condenados en España por delitos sexuales en 2017 no llegaban a los 18 años, que los 332 delitos de esta naturaleza, 107 de abuso sexual y 103 de agresión sexual, incluyendo 5 violaciones. El 99,6 de estos fueron cometidos por chicos.
La socióloga María Rosa Cobo Bedia, profesora de la Universidad de A Coruña considera que la raíz de las agresiones sexuales en menores "está en las sociedades patriarcales que hipersexualizan a las mujeres, jóvenes y adultas, hasta el extremo de considerarlas simbólicamente cosas".
La experta en Género habla del concepto de feminidad creado en nuestra sociedad que "ejerce una fuerte presión normativa sobre todas las mujeres" y "refuerza la idea de que las mujeres deben estar disponibles sexualmente para los varones. Las mujeres no miran, son miradas. No son consideradas sujetos sino objetos. Son pasivas y seres defectivos".
No es la única que apunta directamente al patriarcado y a la falta de una educación emocional. También lo hace la doctora Marta Domínguez Pérez, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, que aboga por "una redefinición del modelo masculino y las masculinidades" para dejar de aupar "esos modelos educativos que se promueven de hombre, agresivo, triunfador, el rey de la casa, el privilegiado, el infalible", mientras "los valores de la empatía, la sensibilidad, y otros se fomentan y permiten más en los otros colectivos y están vedados a los hombres."
Es un hecho que revelan estudios e investigaciones los agresores sexuales adolescentes son en su mayoría varones y más del 50% de los delincuentes cometen su primer delito de este tipo antes de los 16 años o con esa edad. ¿Por qué?
"La organización neuroendocrina es diferente, y actúa en un contexto machista de referencia. El deseo sexual es una emoción equiparable al resto de emociones y por tanto debe ser regulada. Los abusos y agresiones sexuales son un fracaso en la regulación. Esta falta de regulación se puede explicar por cuestiones puramente psicológicas. El deseo erótico en ocasiones se pone al servicio de la afirmación personal y el poder", como apunta Gómez Zapiain.
Cada vez que algún centro escolar, gobiernos locales o autónomicos han promovido alguna iniciativa para cultivar a nuestros niños y jóvenes en materia emocional y sexual los sectores más conservadores han atajado, como si hablar de sexo y de relaciones fuera tema tabú. Mientras, la pornografía se ha ido convirtiendo en el manual de instrucciones de los que experimentan sus relaciones por primera vez.
"Un elemento fundamental en el crecimiento de las agresiones sexuales en varones jóvenes (y adultos) está relacionado con el gran consumo de pornografía. La pornografía es una realidad simbólica y material que difunde la idea de que las mujeres son objetos al servicio del placer masculino, subraya Cobo Bedia. La profesora argumenta que la pornografía "se ha convertido en la instancia fundamental de educación sexual" en una escuela ajena a esta materia, "que difunde la idea de que la auténtica sexualidad de las mujeres es ser receptoras de la violencia masculina y que al fin eso es lo que les gusta a las chicas."
Carlos Benedicto Duque, subdirector de la Agencia para la Reeducación y Reinserción de Menores Infractores de la Comunidad de Madrid, coincide en señalar la pornografía como " algo que puede influir de manera notoria en la futura conducta sexual de los menores. La falta de control ante su uso en edades muy tempranas puede estar condicionando que nuestros menores entiendan la sexualidad de una forma incorrecta. La pornografía no está pensada para educar, sino para su uso por personas adultas debidamente maduras."
El problema está ahí, delante de nuestros ojos, mientras los políticos y los juristas piensan en leyes, endurecimiento de penas, todos los especialistas consultados señalan como solución una educación sexual amplia que abarque las necesidades éticas y afectivas de las relaciones. Programas que ya existen, como confirma Gómez Zapiain, para los que faltan "la voluntad política de integrarlos y estabilizarlos en el sistema educativo".
"La educación sexual debería ser obligatoria en el sistema educativo. El objetivo no debe ser el sexo seguro, o el aprendizaje del uso del preservativo, sino la aportación de recursos para manejar las necesidades de afectivas y sexuales. Ello significa conocer, reconocer y aprender a regular el deseo sexual. Para ello es necesario aprender e integrar las reglas del juego en la experiencia sexual compartida que no es otra cosa que la aplicación de principios éticos basados en la ética de las relaciones tal y como propone Félix López (Catedrático de la Universidad de Salamanca): La ética del consentimiento, del placer compartido, de la salud sexual, de la igualdad, de la lealtad, de la vinculación".
La profesora Marta Domínguez Pérez, de la Complutense, miembro de la Asociación GSIA (Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia) lo reitera: "Educación, educación y educación, toma de conciencia, crítica del sistema de valores, educación emocional, cuestionamiento del patriarcado, nuevas definiciones de la masculinidad, dejar de guerrear entre sexos, cuando no está ahí, sino en sistemas de valores y formas de funcionamiento. Prevención y no represión. Educación y no represión. Afectividad y emocionalidad y no competitividad y consumo. Ser y no tener."
Se han formado en las escuelas públicas y privadas, en hogares ricos y pobres, aunque muchos más en pobres, porque un componente importante también está en "la desigualdad" y en la redistribución de la riqueza que afecta "a los más vulnerables", como subraya Domínguez Pérez.
"Existen múltiples causas que explicarían el origen de esos comportamientos, por tanto no se puede generalizar. Generalmente las personas menores que agreden suelen ser presentar historias socioafectivas y psicosexuales muy complicadas, generalmente caracterizadas por carencias afectivas esenciales. Desde ese punto de vista, pueden considerase que son víctimas.", subraya el sexólogo Gómez Zapiain con numerosos libros publicados sobre el tema.
Además, aclara que "independientemente de la calificación legal, los agresores sexuales son personas que tienen o han tenido dificultades en la regulación del deseo sexual. En la medida en que estos comportamientos atenten contra la libertad de otras personas deben ser reprochados socialmente."
El terapeuta Carlos Benedicto, con experiencia al frente de instituciones de reeducación de menores, explica que los estudios realizado en la Comunidad de Madrid revelan "que en un alto porcentaje de agresores sexuales han sido víctimas de malos tratos, negligencia, acoso e incluso abuso sexual previo, es decir hay una elevada victimización, pero no debemos considerarlos “enfermos” ya que esta etiqueta puede llevar a cierta desresponsabilización por un lado, y por otro a considerar la inmodificabilidad y la imposibilidad de reeducación".
Benedicto es de la idea de que estos jóvenes son 'rehabilitables' y apunta a "las cifras de reincidencia que no llegan al 1%, lo que indica tasas de reincidencia muy bajas si intervenimos adecuadamente con ellos, ya que estamos ante una etapa evolutiva de gran plasticidad." Por su parte Zapiain, también es optimista, aunque siempre que se actúe y se "aborde el problema debidamente".