Entre las casas perdidas, entre los 692 afectados y los 92 hogares dañados, encontramos la historia de Sonia. Vive en un hotel. Lava la ropa de sus hijos en una lavandería y su niña continúa en el hospital por las quemaduras que sufrió en la espalda. Su casa es una de las veintiséis que han desaparecido. Sin embargo, hoy de entre la destrucción resurge la esperanza cuando el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, garantiza que los vecinos no deberán adelantar el dinero de las ayudas y, además, contarán con 450 euros para el alquiler durante dos años mientras intentan reconstruir sus vidas.