La sentencia considera probado que el acusado, que vivía en el domicilio familiar con la mujer de su padre, dos hermanos (una niña y un niño) y tres hermanastros (dos niñas y un niño), sometió desde 2008 hasta 2014 a sus hermanos y hermanastros a castigos físicos continuados y sin motivo aparente "alegando pequeñas infracciones cometidas por los menores.
"Los castigos consistían, entre otros, en propinarles latigazos con un cable de teléfono, ordenador, golpes con espátulas de cocina, casi siempre haciéndolo individualmente y amenazándoles diciéndoles que si alguno se atrevía a interceder por el resto le correspondería un escarmiento", reza la sentencia.
En ocasiones, el hombre obligaba a sus hermanos a buscar instrumentos para pegar a los otros consiguiendo que le obedecieran temerosos de las consecuencias que les podrían acarrear si se negaban.
La sentencia señala que el acusado "llegó a poner picante en los genitales de los niños castigándoles a que efectuaran flexiones y sentadillas hasta que caían exhaustos" y a atarlos de pies y manos en el suelo en ropa interior.
"En una ocasión el acusado conminó a (una de sus hermanas) a escribir una carta de despedida a sus padres para acabar metiéndola en la bañera y duchándola con agua fría gritándole que la mataría", recoge la sentencia.
La sentencia condena también al acusado a indemnizar a sus hermanos y hermanastros con 20.500 euros, 2.500 a cada uno y 4.000 a dos hermanas.