A Ana Jiménez le han caído dos años de cárcel, pero ella se ha impuesto sonreír esta mañana, mientras muchos vecinos de su barrio de la Viña, en Cádiz, se solidarizaban con ella.
"Ana es amor", dice José Reyes, que toma con cariño la mano de su vecina, "Ella es de aquí del barrio, yo sólo llevo seis años, pero desde que la conozco, cada vez que pasa, el niño dice: vamos a ir a ver a Pepe, vamos a ir a ver a Pepe, y siempre se ve feliz al niño. Ella vive para el niño. Con otra persona no va a estar mejor que con ella"
El niño es Iván, el nieto de Ana, al que esta mujer luchadora cuida desde que nació, por la drogadicción de su hijo y su pareja. Tiene cuatro años. Hace dos, la Junta de Andalucía decidió que Ana no era la persona adecuada para criarlo.
"Cuando tenía dieciocho meses me lo reclamó la Junta, diciendo que yo no era idónea para cuidarlo, porque tenía una vinculación muy fuerte con mi hijo. Me hicieron elegir entre mi hijo y mi nieto, tuve que echar a mi hijo de mi casa", cuenta Ana.
No sirvió de nada. La Junta exigió la entrega del niño. Ana no lo entregó. Según la administración, Ana escondió al niño. Según Ana, no hicieron demasiado por localizarla.
"Yo no me escondí, yo estaba en casa de mi tío, cuidándole, porque estaba enfermo de cáncer, pero yo venía aquí a mi casa a limpiar, iba a la de mis padres a cuidarlos. Si ellos hubieran querido dar conmigo, hubieran dado conmigo"
Así que mientras la justicia civil le reconocía el derecho a acoger a su nieto, la maquinaria penal ya se había puesto en marcha para juzgarla por no entregar en su momento al niño. La sentencia llega ahora . Dos años de prisión y cuatro años sin poder ejercer la patria potestad.
"Ha sido un jarro de agua fría", lamenta Ana. "Yo no me esperaba que me fueran a condenar con dos años de cárcel, yo me esperaba un rapapolvo, que me riñeran. Pero encima me ponen cuatro años sin ejercer la patria potestad de mi nieto, cuando tengo reconocida su acogida. Es que no lo entiendo".
"No sirve de excusa que una ulterior resolución judicial concluyera la idoneidad de la acusada para mantener el acogimiento". "Existió una clara intención de la procesada de no restituir al menor cuando existía una resolución administrativa al respecto". "Por ello debe ser condenada", dice en la sentencia el juez.
"Cuando leí la sentencia me harté de llorar", cuenta. "Mis padres también se echaron a llorar. Son los que peor lo están pasando. Si me quitan el crío me matan y a mi madre me la matan también".
La sentencia no es firme y Ana la recurrirá. La abuela coraje, como la conocen en la Viña, seguirá luchando por su nieto. Hace sol en la plaza del barrio. Otra vecina se acerca. "Yo tengo nietos y a mí no me gustaría verme en la situación de ella", resume dirigiéndose a Ana. "Pero tú lucha, que aquí todos los vecinos de la Viña te apoyamos".