Es el abrazo del agradecimiento. El de un joven senegalés de 28 años, padre de dos hijos, que arriesgó su vida metiéndose en una patera para buscar un futuro mejor en nuestro país. En el camino se encontró con una canaria de 72 años que lo acogió en su casa.
Su historia culmina con un abrazo en un aeropuerto que alguien capta, sube a las redes y se hace viral. NIUS ha hablado con la protagonista, Isabel Santana, que nos cuenta la historia que se esconde detrás de este emotivo momento.
Yusuf llegó en patera a Gran Canaria en octubre después de 11 días de navegación. Los últimos tres perdido en el mar junto a los 102 migrantes con los que viajaba. Sin agua, sin comida y sin fuerzas. Un helicóptero del SAR (servicio aéreo de rescate) los localizó, los rescató y los llevó hasta el muelle de Arguineguín. "Allí, hacinados, permanecieron una semana", relata Isabel." Por aquellos días llegaban miles a las islas y no había medios para atenderles".
Fue entonces cuando las autoridades decidieron repartirlos por varios hoteles de la isla. Encerrado en su habitación Yusuf solo bajaba a comer, esperaba impaciente noticias sobre su destino, pero las que llegaron no fueron buenas. "Le enviaban al campamento de las Raíces, en Tenerife. Un lugar maldito para los migrantes por lo que allí sucedía. Hacinamiento, peleas, frío, hambre", explica Isabel.
"Todos lo que se enteraban de lo que pasaba en ese lugar se negaban a ir, y eso hizo Yusuf. Prefirió quedarse vagando por la calle. Durmió en la playa, malvivió, hasta que mi hija y una amiga lo encontraron en un centro comercial", cuenta Isabel.
"Estaba en muy malas condiciones, le preguntaron si quería comer y él aceptó que le pagaran un menú. Una semana después mi hija volvió a verlo en el mismo lugar, hambriento, sucio, aún peor... y decidió actuar", narra.
"Me llamó y le dije: Tráigalo a casa. Hablé con mi marido, que es un bendito, y me dijo que sí. Le pedí, eso sí, que se hiciera un test de antígenos, porque nosotros somos mayores, mi marido tiene 82", añade. "Cuando fueron a hacérselo mi hija me decía: mamá, está temblando por si acaso saliera positivo y no pudiera irse con ustedes", recuerda Isabel. Pero salió bien y Yusuf entró en su hogar. "Me ayudaron mis hijos trayendo ropa, calzado, todo lo que necesita uno para vivir, porque el pobre no tenía nada".
En su nuevo hogar Yusuf ha pasado casi dos meses. "Es un chico maravilloso". La comunicación ha sido complicada porque el joven solo habla árabe y francés. "Al principio intenté utilizar el traductor para entenderme con él pero descubrí que no sabía leer", aclara Isabel. "Con los cuadernillos Rubio de los niños le he enseñado algunas palabras y así poco a poco nos hemos ido entendiendo".
Dos meses de pocas palabras y mucho amor. "El lenguaje del corazón lo entiende todo el mundo", asegura Isabel. "He intentado que se sienta como en casa. Le puse un cacharrito con un dinero, para que se lo fuera administrando, para que fuera al mercado y comprara algo que le gustara. Un hijo mío le regaló una bicicleta para que se moviera, y estaba feliz de la vida. Se ha sentido muy acogido y muy querido", comenta emocionada.
Yusuf la llama mami. "Hace 15 días le avisaron por teléfono de que su madre había muerto. No paraba de llorar, estaba inconsolable. Le hice entender, como pude, que nosotros éramos su familia y le abracé para consolarle".
Pero Isabel sabía que como todos los hijos Yusuf iba a volar. "Él había venido con la idea de viajar a Valencia. Allí vive su tío materno y quería ir a trabajar allí como temporero en la fruta", explica. "Entre dos de mis hijas, que son trabajadoras sociales, y los abogados del equipo de Pastoral de Migraciones de la Diócesis de Gran Canarias, al que pertenezco, fuimos arreglándole la situación".
"Le ayudamos a solicitar asilo político y compramos dos billetes, uno para él y otro para mí, no porque fuera a viajar, pero quería acompañarle hasta la puerta del avión que le llevaría a Valencia".
"No fue fácil. En el primer control ya no le dejaron pasar. A cada cosa que me decían yo les respondía con un papel oficial", recuerda. "Insistían en que no podía salir de la isla. Yo enseñaba el papel de la petición de asilo y argumentaba que era un simple cambio de domicilio. Me decían entonces que faltaba la firma del tío. Y yo les enseñaba la firma digital. Luego decían que no podía salir por las restricciones del covid. Fue una pelea tremenda. Le pedí la placa al policía, amenacé con denunciarles...".
Se aferraba Isabel a una resolución judicial que recientemente ha hecho tambalear los cimientos sobre los que basa el Gobierno su política de bloqueo de migrantes en Canarias. Un Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de las Palmas ha emitido una resolución que recoge que los migrantes en situación irregular pueden viajar desde las islas a cualquier punto del territorio español siempre que cumplan con las restricciones sanitarias, pues reconoce su pasaporte y su solicitud de asilo como un documento válido para volar.
El argumento se lo había explicado bien el abogado, "pero los policías no me querían escuchar. Estuve a punto de abandonar". No lo hizo, sino que consiguió que los agentes hablaran con el letrado. Después de tres horas de lucha llegó lo inesperado. "Cuando ya parecía que perdía el avión, a 20 minutos de que saliera, nos dijeron que podía montarse", recuerda.
Isabel y Yusuf corrieron por los pasillos del aeropuerto. En la puerta de entrada al vuelo llegó el abrazo de despedida. Ese que recogió otra pasajera y que ha subido a redes sociales convirtiéndolo en viral.
Un abrazo de agradecimiento. De humanidad. De amor. "Fue muy emocionante. Él, entre sollozos, repetía una y otra vez, gracias mami, gracias, eres muy grande, te quiero mucho", cuenta emocionada Isabel. "Yo le decía que Dios, que Alá le ha ayudado.... Que por fin podía seguir su ruta migratoria para salvar de la pobreza a sus hijos. Fueron unos segundo muy duros, pero también muy hermosos", apunta.
Isabel no se siente una heroína, "solo un ser humano que ha ayudado a otro cuando lo necesitaba". "Si esta imagen sirve para visibilizar el drama que están viviendo muchos migrantes estoy satisfecha. Las Islas Canarias se están convirtiendo en cárceles para estas personas, que se quedan atrapadas en situaciones lamentables. Se están arrebatando sus derechos. No podemos permitirlo".
Yusuf no olvida a su mami española. "Me manda mensajes de audio y fotos desde Valencia. Solo con verle la luz, el brillo que tiene en la mirada, compensa toda esta odisea", concluye.