Abogados de oficio: el reto judicial
Con una llamada que nunca saben lo que depara. Así empieza todo y así fue como Helena Echeverri se convirtió, sin ella quererlo, en la abogada de Alfredo Galán, el "asesino de la baraja" autor de seis crímenes. Aquel día ella estaba cubriendo el turno de los abogados de oficio. Un grupo de profesionales con años de experiencia y casos particulares que defender que, no obstante, forman parte de este turno al que se dedican por vocación, convencidos de que cualquier persona tiene derecho a una defensa. Una dedicación que involucró a Antonio Alberca en el 11-M cuando le tocó defender a Rafa Zouhier, un colaborador del atentado. Este abogado de oficio demostró que no era el asesino de 192 personas y logró reducir su condena de cuarenta mil años a diez años de prisión. No obstante, no pudo evitar que le señalaran e increparan por hacer un trabajo al que solo pueden renunciar por un motivo personal y justo. Se enfrenta a juicios mediáticos como el que le espera a la abogada de oficio de "El Chicle". Requieren meses e, incluso, años de trabajo a cambio de muy poco. Cobran 30 euros por cada mil folios que tienen que leer, lo que les supone hasta diez horas de trabajo en casos que, a veces, incluyen miles de papeles y, además, lo cobran pasados seis meses. Y pese a esa entrega los hay quienes les consideran abogados de tercera clase. Prejuicios que no logran quitarse de encima.