Lo que interesa a la investigación es todo aquello que Ojeda ha escrito a partir de ese momento, porque al saberse sospechoso y verse en todos los medios de comunicación, ha podido reaccionar. Aunque pueda parecer improbable, a veces ser consciente de que es el único y más firme sospechoso del rapto, muerte y desaparición de Yéremi, puede haberle puesto nervioso. Los investigadores lo planificaron para intentar que Ojeda cometiera un error e hiciera preguntas o escribiera datos que aportaran pistas a la investigación.
Hace dos semanas, los agentes de la UCO fueron a prisión a intentar tomarle declaración, pero sabían que no hablaría. Los encargados de la cárcel vigilaban sus movimientos pero Ojeda no hablaba tanto como se ha dicho, no era tan "bocas" como hace años, y, según fuentes penitenciarias, o andaba ya con cuidado para no incriminarse, o no daba datos certeros porque no está implicado . De hecho, "el rubio" ya había recibido la visita en prisión del abuelo de Yéremi, e intuía que andaban detrás de él.
La jugada policial era otra vuelta de tuerca en un plan que trata de romper la frialdad y control del sospechoso. Pretendían ver que reacción íntima tenía al ser señalado en todas partes. El diario, las notas o las cartas que ha escrito en este tiempo pueden contener sus inquietudes, o sus confesiones a algún cómplice o familiar. También las cartas que ha recibido tras la difusión de su imputación policial, pueden albergar insinuaciones que se conviertan en nuevos indicios en su contra. Los investigadores están convencidos de que Ojeda puede tener un cómplice que ha guardado el secreto de lo ocurrido con Yéremi durante estos años.