En el 2018 un total de 421 motoristas perdieron la vida en las carreteras españolas. Pese al aumento del número de personas que optan este método para desplazarse, casi seis millones en toda España, los accidentes se atribuyen más a una “relajación” por parte de los usuarios que se desplazan en este medio de transporte.
El Director de Sergei Catalá de trànsit, Juli Gendrau lo advierte, “hay un repunte de no utilización de la seguridad pasiva”. La seguridad pasiva es la que nos proporciona un casco, un casco o una chaqueta con airbag, una cazadora adecuada, el uso de guantes, pantalones y botas correctas. Además de protegerse mediante elementos especializados algunas partes del cuerpo, como las rodillas o la espalda.
Medidas de seguridad que pueden salvar una vida y que en los últimos tiempos brillan por su ausencia. Especialmente en verano, donde el calor hace que se tomen menos medidas, y las distancias cortas, en las que por lo general se toman menos precauciones, hasta el punto de que se pueden ver imágenes de personas conduciendo con chanclas, con el caso mal abrochado e incluso sin él.
Los motoristas son conscientes “los que vamos en moto sabemos que nos hemos caído y sabemos que nos vamos a volver a caer”, dice un motorista habitual. Evitar estas caídas es en muchos casos muy difícil pero prevenir daños mayores es muy fácil.
El 90% de los accidentes totales se deben a un error humano, muchos accidentes que se podrían evitar. Factores como el consumo de alcohol o drogas hacen que el número de accidentes crezca, al igual que ha crecido la cifra de motoristas que han dado positivo en pruebas para detectar este tipo de sustancia. La DGT insta a los conductores de motocicletas a que extremen las medidas para proteger su vida.