El infierno de drogas, depresión y abusos sexuales que llevó a Saoirse Roisin Hill, del clan Kennedy, a una muerte por sobredosis
Lo contó en una carta publicada en 2016 en el periódico de su internado
Saoirse Roisin Kennedy-Hill, de 22 años y nieta de Robert F. Kennedy (hermano del expresidente John F. Kennedy), ha sido la última víctima de lo que parece ser una maldición familiar prolongada en el tiempo. El pasado jueves uno de agosto encontraban su cuerpo víctima de una sobredosis como posteriormente confirmó la autopsia. Desde hace años vivía con su abuela en la mansión familiar de Cape Cod, en Massachusetts, Estados Unidos.
Su fallecimiento ha sido una muerte anunciada tras publicar en 2016 una carta en el diario The Deerfield Scroll, el periódico estudiantil del internado de Deerfield Academy y que recoge Infobae.
Roisin afronta desde sus primera líneas su relación con la depresión que le acompañó siempre: "Cuando eras pequeña, ¿alguna vez tuviste amigos con los que tu mamá te hacía salir aunque no quisieras? Entonces esos amigos seguían apareciendo, y tú estabas confundido y harto de ellos. Muy pronto, esos amigos estaban tan cerca que te acostumbraste a ellos. Finalmente, esos amigos siempre estaban contigo y nunca se fueron, y casi empiezas a disfrutar de tenerlos cerca. Hasta el año pasado, esta era mi relación con mi enfermedad mental".
Según Roisin, "mi depresión se arraigó al principio de mis primeros años de secundaria, y estará conmigo por el resto de mi vida. Aunque en general fui una niña feliz, sufrí episodios de profunda tristeza que me hicieron sentir como una pesada roca en el pecho. Estos combates iban y venían, pero no me afectaron exteriormente hasta que llegué al segundo año de Deerfield".
Como consecuencia de aquel trastorno, asegura que "comencé a aislarme en mi habitación, alejándome de mis relaciones y renunciando al trabajo escolar. Durante las últimas semanas de primavera, mi tristeza me rodeaba constantemente. Pero ese verano después de mi segundo año, la depresión de mi amiga rara vez volvió a aparecer y estaba agradecida por su ausencia".
Fue en esa época cuando sufrió el episodio de violencia sexual que tan profundamente le marcó el resto de su vida, llevándole incluso a un intento fallido de suicidio, "dos semanas antes de que comenzara mi tercer año, sin embargo, mi amiga regresó y planeaba quedarse. Mi sentido de bienestar ya estaba comprometido, y lo perdí totalmente después de que alguien a quien conocía y amaba rompió los límites sexuales serios conmigo. Hice lo peor que puede hacer una víctima, y fingí que no había pasado. Todo esto se convirtió en demasiado, y traté de quitarme la vida".
Roisin también descarga parte de sus sentimientos de culpabilidad en la incapacidad de su centro para manejar las emociones y necesidades de sus alumnos: "Deerfield es una de las principales instituciones educativas del país, pero nadie parece saber cómo hablar de las enfermedades mentales. La gente habla libremente sobre el cáncer; ¿por qué es tan difícil hablar de los efectos de la depresión, la bipolaridad, la ansiedad o los trastornos esquizofrénicos? El hecho de que la enfermedad no sea visible desde el exterior no significa que la persona que la padece no esté luchando. He experimentado mucho estigma en torno a la salud mental en el campus de Deerfield. Como estudiantes, tenemos el poder de poner fin a esto inmediatamente. El estigma culpa a la persona que sufre de la enfermedad y la avergüenza de hablar abiertamente sobre lo que está pasando".
La joven concluye su carta reclamando un mayor compromiso de las instituciones con este tipo de enfermedades y destaca el valor de la solidaridad, "muchas personas están sufriendo, pero debido a que muchas personas se sienten incómodas al hablar de ello, nadie se da cuenta de los que sufren. Esto hace que la gente se sienta aún más sola. Desde que hablé sobre este tema en la reunión de la escuela, he tenido innumerables personas que se me han acercado, diciéndome que ellos también están luchando y que les encantaría ser más abiertos al respecto. Estoy llamando a todos los miembros de la comunidad de Deerfield para que se presenten y hablen libremente sobre temas de salud mental. Todos estamos luchando o conocemos a alguien que está luchando contra una enfermedad; unámonos para hacer que nuestra comunidad sea más inclusiva y cómoda".