Salvador tenía prisa por llegar al mundo, tanta que nació en la semana 24 de gestación, pesó tan solo 510 gramos y hoy se ha graduado en la UCI de neonatología, tras más de cinco meses y con 3,700 kilos ha pasado a la unidad de cuidados medios. Un camino que no ha sido fácil, el pequeño ha tenido que luchar sin descanso para recorrerlo y sin la ayuda de sus padres y los profesionales sanitarios hubiese sido imposible su recuperación.
Sin embargo, pese a este trabajo incansable, en este día tan especial y emotivo han sido los especialistas del hospital Gregorio Marañón de Madrid los que han querido agradecer a los padres de Salvador su labor. Una labor incansable durante estos casi seis meses, en la que han aprendido y han trabajado por su hijo; un tiempo en el que le han acompañado en cada uno de sus avances y también en cada complicación. Meses en los que no se han separado de la incubadora de su hijo en la UCI y en las que han sido un apoyo para los profesionales que le han tratado.
Durante las seis primeras semanas de vida de Salvador no le podían coger, un mes y medio tras su nacimiento en el que sus padres no podían tenerle en brazos, pero ni siquiera ese fue motivo de flaqueza para Quique y Noelia, los papás de Salvador. Hoy cuentan que en esas semanas le cantaban y le metían la mano en la incubadora y su bebé notaba su presencia, “mejoran cuando te acercas”, cuenta su mamá. Y es que en los niños prematuros la presencia de sus padres suele hacer que mejoren sus niveles de oxígeno y saturación, algo que se consigue normalmente con el `método canguro´, al poner al bebé sobre la piel de su padre o de su madre, pero que en estas seis primeras semanas no se podía practicar debido al extremadamente delicado estado del bebé.
Salvador ha tenido durante estos meses muchas complicaciones respiratorias, tantas que hasta hace dos semanas ha tenido que ser ventilado artificialmente para poder respirar. Su próximo reto es aprender a comer por sí mismo, ya que desde que nació se alimenta con una sonda nasogástrica. Por sus problemas respiratorios, como nos cuenta su padre, es difícil para él aprender a comer, ya que tiene que tragar, succionar y respirar a la vez. Pero tras todo lo que ha superado sin duda es un reto que conseguirá.
Sus padres bromean con la fecha en la que por fin tendrán a su pequeño en casa, su mamá dice que ojalá para Reyes y su papá dice y "sino para las rebajas". Un optimismo que han contagiado hasta a los propios profesionales del Gregorio Marañón cuando sufrían por su pequeño Salvador. Un trabajo incansable de los padres que además tienen otra hija. La hermana mayor de Salvador tan solo tiene tres años, por la mañana está en la guardería y por la tarde sus padres se turnan entre el hospital y su casa para estar con sus dos hijos.
Por eso hoy les han dado el Diploma de honor por graduarse en la UCI de Neonatología, además de un birrete para Salvador, que le ha hecho una de sus doctoras. Y es que en estos meses todos los profesionales de neonatología se han implicado en este caso. Hoy decían estar muy “contentas por su niño, que ha estado muy malito y ha sido muy pequeño”. Y es que cada vez que un niño supera el paso por la UCI la alegría invade la unidad de neonatología. Solo hay palabras de gratitud para los padres del niño, que han sido dos más en el personal. Pero su contacto no termina aquí, son unos meses tan difíciles que nunca se olvidan. Y aunque admiten que les van a echar de menos saben que incluso cuando Salvador consiga el alta definitiva le volverán a ver. “Los papás luego vienen y hace mucha ilusión” nos cuenta una de las profesionales de neonatos. Y es que el vínculo durante estos meses es tan especial que dura para siempre.
Palabras de gratitud mutuas en el traslado de Salvador de la UCI a cuidados medios, un camino en el que todos los que han tratado a este pequeño luchador se han agrupado en el pasillo para aplaudirle por este gran logro. Ya en una cunita, perfectamente decorada por globos de felicitación, Salvador y sus papás han sido arropados para afrontar esta nueva aventura. Y en el otro lado los profesionales de cuidados medios de neonatología, que dicen que es “muy especial y emotivo” cada vez que reciben a un bebé, un pequeño que además ha superado muchísimas dificultades para llegar hasta aquí. Cuentan cómo se hacen “pequeñas familias” en estas etapas, equipo, padres y niños.
Y es que esta simbiosis es necesaria para la recuperación de niños prematuros, como nos cuenta Manuel Sánchez Luna, jefe de Neonatología del Hospital Gregorio Marañón. Una combinación de equipo humano de profesionales, alta tecnología y padres, en la que un elemento nunca anula al otro, son necesarios y complementarios entre sí, ya que la falta de alguno sí que puede provocar un fracaso. Salvador, como nos confirma el doctor Sánchez Luna, es uno de los niños que más ha permanecido en cuidados intensivos y por eso hoy había que “celebrar un acontecimiento especial”.
Una celebración sobre todo para los padres, que se han involucrado desde el primer día, y tal era la satisfacción del equipo que querían prepararles algo especial, “no sabíamos cómo” y pensaron entonces como podían reconocer “la labor enorme, con él y con nosotros”. Ya que, nos cuenta, la implicación ha sido muy especial. “Ellos jamás han tenido una mala cara, siempre han estado apoyándonos”. Una labor imprescindible sin duda, como también es la de este hospital Gregorio Marañón, referente en el tratamiento de niños prematuros, y del Doctor Sánchez Luna, que el pasado día 17, día del prematuro, recibió por parte de la APREM (Asociación de padres de niños prematuros) el premio Patuco de Honor por la inestimable labor que hace esta unidad de neonatología con los bebés prematuros.