El día 31 de marzo de 2020, Fernando Simón acertó, pero en algo que él aún no podía saber. "Parece que estamos descendiendo el pico", aseguró desde su casa, convalenciente por el coronavirus. Fue el momento de mayor presión sobre el sistema hospitalario. Hacía 10 días que Madrid había superado el 100% de ocupación de sus camas UCI y la comunidad había tenido que improvisar en tiempo récord un gran hospital de campaña en el recinto ferial de Ifema.
Aquel día se batía un récord de muertos por coronavirus: 849, según las cifras oficiales. Ese recuento alcanzaría cotas aún peores; pero a medida que se conocen nuevos datos, esa fecha, el 31 de marzo de 2020, ha resultado ser el día más negro de la historia reciente de España.
Murieron 2.466 personas. La cifra abarca las muertes por todas las causas. No sabemos cuántas se pueden atribuir a la epidemia; pero hay algo claro; fueron 1.342 muertes más de lo esperable para ese día del año.
Nunca habrá un recuento definitivo porque sería necesario algo imposible: hacer la autopsia a todos aquellos que murieron sin una prueba confirmada de COVID-19. Pero hay datos que permiten hacer una estimación muy aproximada.
El Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo) recoge la información de 3.929 registros civiles que cubren al 92% de la población española y establece, basándose en la media histórica, cuántos muertos habrá previsiblemente cada día del año. Un gran exceso indica que hay una anomalía, una convulsión. El 31 de marzo murieron más del doble de las personas previstas.
Teniendo en cuenta los tiempos que conocemos de retraso de notificación, incubación de la enfermedad y desarrollo de los síntomas más graves, quienes murieron en esa jornada se contagiaron muy probablemente en esos primeros días clave de marzo, en los que ya se empezaba a detectar una transmisión local del virus, pero no se tomó ninguna decisión.
Esos datos indican que durante el estado de alarma el "exceso de mortalidad" ha sido de 30.662 fallecidos, un 65% más de lo esperado. Si sumamos el exceso de mortalidad de principios de marzo, son 31.180. Son 6.600 muertes más de las que figuran a día de hoy en el recuento del coronavirus.
En este recuento oficial no se contabilizan los muertos en residencias o en sus casas, con síntomas compatibles con el COVID-19, a los que no se hizo una prueba para confirmarlo. Sólo en Madrid, estos casos sospechosos ascienden a más de 4.600, según las cifras de la propia comunidad autónoma. Un dato congruente con el exceso de mortalidad que refleja el MoMo.
La estadística del MoMo no indica las causas de los fallecimientos; pero es previsible que la mayoría se deban directamente al coronavirus o al impacto indirecto que ha tenido, por ejemplo en pacientes de otras enfermedades que en los peores días no hayan podido recibir la mejor atención posible. 30.000 muertes por encima de lo "esperado" es una cifra sin precedentes; más del doble del "exceso de muertes" que provocó la gripe de 2012, la más virulenta de los últimos años.
Teniendo en cuenta que la COVID-19 presenta más letal en los más mayores, es indicativo que el mayor exceso de mortalidad se ha registrado en estas edades. De cada diez muertos no previstos, nueve tenían más de 65 años.
La nota positiva es que ese período de excesiva mortalidad, que empezó el 10 de marzo, parece estar llegando a su final. El MoMo incluye los datos de los registros con un retraso medio de cuatro días y medio. Eso supone que aún pueden quedar unas jornadas más de exceso de mortalidad. Pero los días de peor mortandad ya han pasado y lo han hecho en todas las comunidades autónomas.
El peor día en la Comunidad de Madrid fue el 28 de marzo. Para esa fecha, el MoMo preveía 116 muertes; pero los fallecidos fueron 591, cinco veces más. La comunidad informaba entonces de 345 muertes diarias por coronavirus. El exceso de mortalidad fue de 475 fallecimientos.
No es casual que dos de las comunidades que han tenido un período de exceso de mortalidad más prolongado sean las limítrofes con la capital. Castilla y León registró su peor día poco después que Madrid, el 1 de abril. Castilla-La Mancha sólo dos días antes, el 26 de marzo.
En Castilla y León se registraron 235 muertes en una sola jornada, casi cuatro veces más de lo previsible. En Castilla-La Mancha, con 260 muertos, se multiplicó por 5 la cifra esperada según la estadística.
En estas tres regiones el exceso de mortalidad comenzó unos días antes que en Cataluña, la otra gran afectada. En esta comunidad lo peor empezó el 19 de marzo y el día más negro fue el 30, con 409 muertes, más del doble de lo previsto.
Los países europeos publican sus estadísticas MoMo y eso permite hacer comparaciones. Hasta ahora, España era con diferencia el país con mayor exceso de mortalidad estaba registrando desde que comenzó la epidemia. El índice z es el que expresa esa desviación sobre el número de muertes previstas en cada país y tenía el récord.
Estos son los índice z de cada país en su peor momento. Ahora todos ellos están mejor y el que los supera a todos es Reino Unido. Aún no ha tocado techo y su número z es ya de 48,77.
Aparte de estas diferencias por países, la mortalidad media en Europa también está ya bajando. Los momentos más agudos de la epidemia coincidieron con unos excesos de mortalidad de más de 30.000 fallecimientos no previstos en una semana. Ahora esa cifra se ha reducido a la mitad.