La búsqueda activada este jueves por la Policía Nacional en una iglesia evangélica de Miranda de Ebro (Burgos) para tratar de hallar los restos de Marisa Villaquirán, desaparecida en 2004, también se extendió a un local anexo, propiedad de la familia de su exmarido y principal sospechoso de su desaparición.
Así lo ha confirmado este viernes el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente, en declaraciones a los medios, en las que ha constatado que la inspección policial no encontró los restos de la mirandesa, pese a los indicios razonables que se manejaban de qué pudieran estar allí.
"La investigación ha resultado infructuosa", ha señalado, y "el informe policial que se ha redactado se pondrá en manos de la jueza, a expensas de que ordene nuevas diligencias, pero sin poder avanzar ya nada más".
El subdelegado ha reconocido que la principal línea de investigación en la actuación de este jueves era el emparedamiento del cadáver, y aunque la jueza podría decidir si continúa con otras líneas colaterales, de momento no conoce que haya una disposición en ese sentido.
De la Fuente también ha subrayado en que la Policía Nacional contaba con suficientes indicios como para justificar el gran despliegue policial, aunque no se hayan encontrado las respuestas que se deseaban.
Las nuevas actuaciones ordenadas por la jueza encargada de la investigación supusieron la movilización de un amplio operativo policial, con presencia de efectivos de la Comisaría General de Policía Científica y Policía Judicial de Madrid, la unidad canina y miembros de la Policía Nacional de la provincia burgalesa.
Los agentes estuvieron trabajando más de doce horas, desde que a las siete de la mañana se activara el dispositivo, con el requerimiento al pastor de la iglesia evangélica de la apertura de la puerta del templo, hasta que pasadas las ocho de la tarde comenzaron a retirarse del lugar sin haber hallado indicios de la presencia de Marisa Villaquirán.
Las labores de búsqueda, que contaron con los medios técnicos más modernos y vanguardistas para tratar de localizar los restos de la mirandesa, generaron malestar entre la comunidad religiosa de la iglesia evangélica, que calificaron lo sucedido de "vergonzoso" y de "ataque".
El pastor Lisardo anticipó ayer ante los medios de comunicación que los policías "no iban a encontrar nada", como nada hallaron cuando hace dos décadas ya registraron el templo, entonces en obras, parando los trabajos durante tres días en busca de pistas sobre el paradero de Marisa Villaquirán.
También negó la vinculación de la iglesia tanto con la víctima como con su exmarido, Rafael Gabarri, quien fue condenado en 2009 por un delito de detención ilegal a 14 años y cuatro meses de prisión, tras quedar comprobado que se llevó a la fuerza a Marisa el 7 de diciembre de 2004 del portal en el que estaba trabajando, la última vez que se la vio en Miranda.
Sí reconoció que los padres de Gabarri acuden habitualmente a los oficios religiosos, pero lo desvinculó del caso, e insistió en que la iglesia está "limpia", pese a los indicios "creíbles" y "razonables" que manejaban los investigadores, y que les llevaron a reabrir la investigación y acometer el registro de este jueves.
Un registro que fue supervisado, desde la distancia, por dos de los hijos de Marisa Villaquirán, que junto con otros miembros de la familia y amigos se personaron en el lugar en la mañana de ayer, después de enterarse por los medios de comunicación de la reapertura del caso.
Visiblemente nerviosos, fueron atendidos por los agentes de Policía Nacional, que les explicaron la situación, y a partir de ahí siguieron la búsqueda desde el cordón policial, donde vecinos y medios de comunicación estuvieron también todo el día pendientes del resultado de la búsqueda, que de momento se ha cerrado sin hallar los restos de Marisa, ni otras pistas sobre su paradero.
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