La inspección realizada este jueves por efectivos de la Policía Nacional en una iglesia evangélica de Miranda de Ebro (Burgos) no ha permitido hallar los restos de Marisa Villaquirán, la mujer desaparecida en diciembre de 2004, por lo que la actuación queda ahora en manos de lo que determinen los investigadores y el juzgado. Fuentes de la Policía Nacional han confirmado a 'EFE' que las tareas de búsqueda en el interior del edificio ubicado en la calle Las Escuelas, que arrancaron a las 07:00 horas de la mañana, han resultado negativas, así que serán los agentes policiales encargados del caso y el juzgado los que determinen "la posibilidad de futuras diligencias".
La orden judicial en la que se sustenta la investigación actual cubría el registro de la iglesia durante este jueves, si bien desde el principio no se ha descartado que las labores pudieran continuar el viernes, dependiendo de la evolución del caso. El operativo policial, liderado por la Comisaría de Policía Científica y Policía Judicial de Madrid, y en el que también ha participado la unidad canina, se ha activado este jueves tras reabrirse la investigación policial al contar con nuevas pruebas, nuevos indicios "razonables y creíbles", que apuntaban a que el cuerpo de la mujer podía estar oculto en el templo.
"Hoy se está llevando a cabo esta investigación, además con los medios más modernos y vanguardistas por parte de la Policía Nacional", indicaba esta mañana el delegado del Gobierno, Nicanor Sen, en declaraciones a los periodistas, sin poder aportar más detalles sobre el tipo de indicio que ha llevado a estas nuevas actuaciones. La Policía sí ha confirmado que se trata de una pista "creíble" y "razonable", y confía en que se pueda hallar el cadáver de Marisa Villaquirán, desaparecida el 7 de diciembre de 2004 cuando su exmarido la sacó a la fuerza del portal en el que estaba trabajando, hecho por el que fue condenado en 2009 a 14 años de prisión por detención ilegal.
La iglesia evangélica en la que se han estado realizando los registros considera una "vergüenza" lo que ha ocurrido, y este jueves ha insistido en que se trataba de un "ataque" y que los policías "no iban a encontrar nada", igual que no lo encontraron hace dos décadas, cuando ya se registraron las obras que se estaban acometiendo en el recinto religioso.
En declaraciones a los medios, el pastor Lisardo explicaba que los agentes acudieron a su domicilio a las 07:00 horas de la mañana para pedirle que abriera la puerta del templo: "He abierto la puerta. Y les he dicho, ya pueden mirar. No han encontrado nada y nada van a encontrar", ha asegurado, confiando en que cuando todo acabe se reparen los daños.
La investigación, que ha contado con los medios técnicos más modernos, también ha supuesto la apertura de las paredes y los suelos de la iglesia, ha confirmado el pastor, en busca de unos restos que se sospechaba que pudieran estar emparedados, una de las líneas de investigación que ya se siguió cuando desapareció la mirandesa.
El pastor ha reivindicado que la iglesia está "limpia" y que no tiene ninguna relación ni con la víctima ni con su exmarido, mientras que Moisés Duval, uno de los ministerios, ha recordado que hace dos décadas la policía ya paró las obras de reforma del edificio: "Estuvieron mirando pero no encontraron nada. Tampoco lo van a encontrar ahora".
La reapertura de la investigación ha llevado a dos de los hijos de Marisa Villaquirán a acercarse a la iglesia evangélica en estado muy nervioso, donde han sido informados de las labores policiales y han podido seguir a distancia las labores de búsqueda, lo mismo que otros amigos y familiares de la víctima que se han personado en el lugar.
El registro del templo ha congregado la atención de los vecinos de Miranda de Ebro, municipio que no ha olvidado nunca a Marisa, y que tras su desaparición se movilizó en numerosas ocasiones para que su caso no se enfriara, después de que la investigación policial concluyera que la mirandesa estaba muerta aunque no se localizara el cuerpo.
Villaquirán despareció en Miranda de Ebro el 7 de diciembre de 2004, cuando Rafael Gabarri, su exmarido, acompañado por Isaac Duval, se la llevaron por la fuerza del inmueble en el que estaba trabajando en labores de limpieza.
Ambos fueron juzgados y condenados por un delito de detención ilegal, a penas de 14 años y cuatro meses de prisión, en el caso del exmarido -juzgado también por violencia machista y lesiones-, y ocho años de cárcel, en el caso de Duval, considerado cómplice.
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