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Maltrato invisible: las señales de violencia doméstica que pasan desapercibidas

  • En muchas ocasiones, el maltrato adopta formas más sutiles y difíciles de detectar, pero igualmente devastadoras para las personas que lo sufren

  • En esta categoría se incluye el abuso emocional, psicológico y coercitivo, y es relativamente fácil que pase inadvertido

  • Las consecuencias del maltrato psicológico, la violencia invisible

La violencia doméstica no siempre se manifiesta a través de golpes o agresiones físicas evidentes. En muchas ocasiones, el maltrato adopta formas más sutiles y difíciles de detectar, que pueden ser igualmente devastadoras para quienes lo sufren. Este maltrato "invisible" incluye abuso emocional, psicológico y coercitivo, y es fácil que pase inadvertido tanto para la víctima como para su entorno, lo que dificulta la intervención y el apoyo.

¿Cómo se manifiesta el maltrato invisible?

El control coercitivo: una de las señales más comunes

Uno de los principales indicadores de maltrato invisible es el control coercitivo, una dinámica en la que el agresor utiliza tácticas como el aislamiento, la manipulación emocional o las amenazas para dominar a la víctima. Este control no necesariamente se traduce en violencia física, pero sí en la limitación progresiva de la libertad de la persona afectada. El agresor intenta controlar aspectos de la vida de la víctima, como sus amistades, el dinero, su forma de vestir o sus actividades cotidianas. A menudo, estas tácticas se combinan con insultos y humillaciones que minan la autoestima y generan dependencia emocional.

El "gaslighting" o manipulación psicológica

Otro de los patrones comunes en el maltrato invisible es el gaslighting, una forma de manipulación en la que el agresor hace dudar a la víctima de su propia percepción de la realidad. Esta técnica de abuso emocional tiene como objetivo distorsionar la interpretación de los hechos, de modo que la víctima cuestione sus propias experiencias, haciendo sentir a esa persona culpable o incluso incapaz de juzgar objetivamente lo que sucede en su vida. Este tipo de abuso es particularmente devastador, ya que puede llevar a la víctima a una profunda confusión y pérdida de confianza en sí misma.

La "ley del hielo": aislamiento emocional

Otra forma de maltrato invisible es la llamada "ley del hielo", en la que el agresor decide ignorar deliberadamente a la víctima como una forma de castigo emocional. Esta estrategia genera ansiedad, baja autoestima y una sensación de vulnerabilidad en la persona afectada, quien se siente invisibilizada y rechazada. La "ley del hielo" no requiere de violencia física para hacer daño, pero es una herramienta extremadamente eficaz para mantener el control emocional sobre la víctima.

Lovebombing: la trampa emocional

Un fenómeno que puede preceder al maltrato es el lovebombing, una etapa en la que el agresor muestra un afecto excesivo e intenso hacia la víctima, llenándola de elogios, promesas y actos de cariño. Este bombardeo emocional crea una falsa sensación de seguridad y dependencia, que se convierte en una estrategia para manipular a la víctima a largo plazo. Una vez que se alcanza esta dependencia, la relación tiende a volverse posesiva y abusiva, manteniéndose gracias a la alternancia entre momentos de tensión y fases de "compensación" emocional, en las que el agresor vuelve a mostrar cariño como forma de manipular.

Consecuencias del maltrato invisible

El maltrato emocional y psicológico puede ser tan devastador como la violencia física. Las víctimas de este tipo de abuso a menudo sufren consecuencias que incluyen depresión, ansiedad, trastornos de estrés postraumático e incluso problemas físicos derivados del estrés crónico. Además, el maltrato invisible puede generar un deterioro de las relaciones sociales de la víctima, quien a menudo se ve aislada y atrapada en una situación que no es capaz de identificar con claridad.

Para identificarlo existen algunas señales de alerta que pueden indicar la presencia de maltrato invisible incluyen cambios en el comportamiento de la víctima, como aislamiento, pérdida de confianza, disminución de la autoestima, ansiedad constante o un apego excesivo al agresor. Es importante que el entorno de la víctima esté alerta por estos signos y no minimice las preocupaciones, ya que la violencia emocional puede ser difícil de detectar y, a menudo, se racionaliza o justifica tanto por la víctima como por el agresor.