Alma tenía una ilusión, conocer las entrañas de la tierra. Su parálisis cerebral no fue un inconveniente, y sus ganas de practicar este deporte fueron el motor para hacerlo posible. Con un sistema adaptado y un poco de ayuda, Alma se adentró en esta nueva experiencia, como informa en el vídeo Julia Pulido.
Siempre veía cómo su madre y su hermana compartían su afición por la espeleología y ella nunca podía acompañarlas por su discapacidad. Sin embargo, su familia no ha querido dejarla atrás y han luchado hasta que han conseguido adaptar estas excursiones al interior de las cuevas a su movilidad, algo limitada.
“Empecé con la espeleología cuando vi a mi madre y mi hermana que llegaban a casa y me enseñaban las fotos."
Sus ganas de practicar este deporte fueron el motor para hacerlo posible: “Todos los miércoles a entrenar con ella. Instalamos unas cuerdas en casa y luego salíamos poco a poco. Alma ha hecho como nueve o diez cuevas.”
Con un sistema adaptado y un poco de ayuda la joven se adentró en esta nueva experiencia: "Las personas con diversidad funcional tienen unas necesidades diferentes, intentamos hacer más accesible el mundo subterráneo a cualquier persona" Y en las exploraciones descubrió muchas cosas.
“Antes estaba en un momento de bajón porque no me quería a mí misma y ahora me siento muy bien. La espeleología me da alas.”
La valentía de Alma también abrió el camino a otras personas como Alberto: “Para mí no es romper barreras. Las barreras son barreras sociales”.
Una vez más se demuestra que no existen piedras, “siento que puedo volar que no tengo limitaciones”, que impidan alcanzar un sueño.
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