Luis Rubiales vuelve al centro de la polémica. Los casos de presunta corrupción se añaden al proceso judicial que está en marcha por el beso no consentido a Jenny Hermoso. La Guardia Civil le pisa los talones y el todopoderoso presidente de la Real Federación Española de Fútbol parece no levantar cabeza desde Sidney. Lorenzo García-Campoy para Informativos Telecinco.
A Luis Rubiales siempre le han perjudicado sus formas y reacciones. Llegó a asegurar ante sus problemas con la justicia no poder asegurar que "el día de mañana no me vayan a meter un saco de cocaína en el maletero".
Luis Rubiales siempre estuvo en el foco, pero los negocios de la Federación con Arabia Saudí empezaron a desbordar su gestión al frente del principal organismo del fútbol español. En ese contexto llegó su tarde para olvidar. La que dio comienzo con su vulgar celebración en el palco de Sudáfrica tras la victoria de la selección en el Mundial de Fútbol Femenino.
El beso forzado a Jenny Hermoso precipitó su caída y cuando aún no ha comenzado el juicio por este lamentable episodio, la Guardia Civil le implica en varios casos de presunta corrupción por la Supercopa española en Arabia Saudí y los contratos por la obras del estadio de la Cartuja en Sevilla.
Su negativa a reconocer el error del beso no solicitado a Jenni Hermoso y su enrocamiento posterior con aquella famosa repetición de "no voy a dimitir, no voy a dimitir, no, voy a dimitir", no ayudó a mitigar el escándalo mediático que duró varias semanas. Finalmente sí lo hizo. Acorralado por la posterior suspensión de la FIFA, Rubiales ahora aguarda su futuro judicial y personal. Esta vez, lejos del foco.
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