El pollo es una de las carnes más consumidas a nivel mundial, y entre sus variedades, el pollo rosado y el pollo amarillo destacan por sus diferencias visuales. A menudo, estas diferencias de color suscitan curiosidad y levantan preguntas sobre las implicaciones de dicha pigmentación en términos de calidad, sabor y valor nutricional.
La diferencia en el color de la piel y la carne del pollo se debe principalmente a la dieta del animal. Los pollos alimentados con cereales que contienen más pigmentos amarillos y naranjas, como el maíz, los pétalos de caléndula y la alfalfa, tienden a tener un tono más amarillento. Por otro lado, los pollos alimentados con sorgo y trigo generalmente presentan una carne y piel más pálidas o rosadas.
La presencia de carotenoides en la dieta del pollo es un factor clave en el color amarillo de su piel. Estos pigmentos, presentes en alimentos como las zanahorias, remolachas y el maíz, se disuelven en la grasa subcutánea del pollo, dando a su carne transparente un aspecto amarillento. Ese es el gran culpable del misterio en torno al color de la carne del pollo en las estanterías de los supermercados y carnicerías.
Además de la dieta, la genética del pollo también importa, ya que existen diferentes razas de pollo, cuyo color varía por naturaleza. Aunque tradicionalmente se ha asociado la carne amarillenta con el pollo de corral, no siempre tiene que ser así. Hay pollos de corral que son blanquecinos y pollos de granja amarillentos.
También hay que tener en cuenta que existe la creencia común que sugiere que el pollo amarillo es de calidad inferior al rosado, pero esto no es cierto en absoluto. La calidad del pollo no se determina por su color, sino por otros factores como su frescura y la manera en que ha sido procesado y, posteriormente, cocinado.
La realidad es que, a pesar de las posibles diferencias visuales, tanto el pollo 'normal' como el amarillo ofrecen una calidad nutricional similar. La Fundación Española de Nutrición afirma que el pollo es una fuente valiosa de proteínas, ácidos grasos monoinsaturados, fósforo y vitamina B6, independientemente de su color.
Eso sí, se suele decir que el pollo amarillo tiende a ser más rico en sabor, además de contener más grasa, calorías, colesterol, hierro y vitamina B6 en comparación con el pollo blanco o rosado. Sin embargo, el pollo blanco o rosado suele tener menos grasa y menos calorías.
El sabor del pollo varía según su dieta y color. El pollo amarillo suele tener un sabor más rico y una carne más firme, mientras que el pollo blanco o rosado es generalmente más delicado en sabor, con una carne más fina.
En resumen, aunque el pollo rosado y el amarillo pueden diferir en sabor y en ciertos aspectos nutricionales debido a su dieta y crianza, ambos tipos ofrecen una buena fuente de nutrientes esenciales. La elección entre uno y otro debería basarse en preferencias personales de sabor y requerimientos nutricionales, sin prejuicios sobre su calidad basada en el color. De hecho no existen diferencias en el etiquetado referentes al color, sino que en este aspecto se atiende a detalles como el porcentaje de cereales en su alimentación, si se ha criado en libertad o en exterior, etc.