Hasta un 10% del plástico que acaba en los océanos procede de los neumáticos. Uno de los problemas son las micropartículas de caucho que quedan suspendidas en la carretera, pero otro es el caucho que se reutiliza en los campos de fútbol de césped artificial y que en Europa tiene los días contados.
Desde 2030, ningún campo de fútbol de Europa podrá contar con césped artificial de caucho. Se trata de un material contaminante que acaba en el mar y muchas veces en nuestras casas porque se adhiere a la suela de las zapatillas. En San Pedro del Pinatar, en Murcia, han optado por otra opción en su campo: el ecolastene, unas especies de 'lentejas', son un 80% reciclable, sostenible, más elástico y emite menos calor que el caucho.
Los jóvenes entrenan 45 minutos y adivinen dónde acaban las partículas de caucho: "En las botas, en los calcetines, en el cabello...". En cada metro cuadrado de un campo de fútbol artificial hay 10 kilos de neumáticos triturados. Partículas de menos de cinco milímetros que son la principal fuente de liberación de microplásticos de forma intencionada al medio ambiente.
"Tienen incidencia bioactiva. Entran a formar parte de nuestro metabolismo", precisa José Vicente de Lucio, catedrático de Ciencias Ambientales de la Universidad de Alcalá de Henares. Y por eso la Unión Europea da un ultimátum de ocho años para quitar este material. "Realmente es perfecto para lo que se utiliza -el caucho-, pero tiene este problema", explica José Ignacio Fernández, de Intercesped.
Hay alternativas, como decíamos, como la presentada en San Pedro del Pinatar. Son el primer campo de España que se rellena con arena de silice y ecolastane, más sostenible y biodegradable. La Unión Europea tiene como objetivo reducir antes del 2030 en un 30% la contaminación de micoplásticos.