La desgarradora carta de Simón Muñoz, hijo de uno de los ciclistas fallecidos tras ser atropellados en Valencia

El pasado martes 12 de septiembre, una furgoneta blanca atropelló a unos ciclistas que circulaban por la CV-405, carretera que une a los municipios valencianos de Torrent y Montserrat. En el accidente murieron dos hombres de 70 y 73 años, según informó el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU). Un tercero sobrevivió al atropello, ya que no resultó alcanzado.

Justo después de arrollarles, el conductor de la furgoneta se dio a la fuga y dejó abandonadas en la carretera a las víctimas del atropello. Tan solo dos días después, el Grupo de Investigación y Análisis -GIAT- del Sector de Tráfico de la Guardia Civil en la Comunitat Valenciana logró identificarle, localizarle en Madrid tras haber huido de Valencia y detenerle. El detenido es un joven de 25 años, de nacionalidad extranjera y que se encuentra en situación irregular en España.

Las cuestiones que lanza al aire el hijo de uno de los ciclistas atropellados mortalmente en Valencia

Precisamente, a él se ha dirigido el hijo de uno de los ciclistas que murieron en el siniestro. En una desgarradora carta publicada en sus redes sociales, Simón Muñoz, hijo de una de las víctimas mortales del accidente, ha contado cómo ha afrontado la muerte de su padre.

Además, el hijo del fallecido ha lanzado varias preguntas al aire con las que se cuestiona la situación irregular del joven detenido, las condiciones laborales en las que trabajaba y con las que exige una mejora en el tramo de la carretera en la que ocurrió el atropello mortal de su progenitor.

La desgarradora carta del hijo de uno de los ciclistas atropellados mortalmente en Valencia

"El martes mataron a mi padre. Había vuelto de vacaciones el día anterior, y lo primero que hizo fue llamar a sus compañeros jubilados de la peña ciclista para rodar al día siguiente. La bicicleta era su pasión. Salieron tres. Solo volvió uno. Una furgoneta de reparto les atropelló mientras subían a almorzar al pueblo de uno de ellos en Valencia. El conductor se dio a la fuga.

Ayer jueves, a mediodía, los hijos enterramos a nuestros padres. Nuestras madres a sus maridos. Antes, por la mañana, la Guardia Civil nos había informado de que lo habían detenido. El proceso está bajo secreto de sumario, así que no nos podían dar detalles. Ya por la tarde, leí en la prensa que lo habían apresado en Madrid.

Al parecer, era un chaval de apenas 25 años que se encontraba en situación irregular en España. Hay pocas razones para huir después de haber atropellado a alguien. Las dos hipótesis principales que barajábamos en el tanatorio eran, o estar bajo la influencia del alcohol y/o drogas, o estar precisamente en situación irregular.

Nada nos va a devolver a mi padre. Sería fácil centrar mi ira en el conductor y desearle la mayor de las condenas, pero he elegido no guardar rencor. Ha roto tres familias, las dos de las víctimas y la suya propia. Que la justicia dicte sentencia y ojalá pueda levantar la cabeza algún día. Pero como he dicho, esa es la opción fácil. Si miro más allá del conductor, me vienen algunas preguntas a la cabeza que me gustaría ir resolviendo en los próximos días.

  • ¿Por qué alguien en situación irregular está supuestamente trabajando repartiendo paquetería? A día de hoy nadie de la empresa se ha puesto en contacto con las familias, pero espero que suceda en el corto plazo y nos puedan dar una explicación.
  • ¿Para qué compañías repartía paquetes? ¿A qué tipo de presiones se ven sometidas las empresas de reparto para llegar a estos extremos? ¿Estamos ante un caso único, o la estructura de incentivos de la industria promueve estos comportamientos?
  • Seguramente los grandes grupos de distribución tengan altas exigencias en relación a los tiempos y número de paquetes que tienen que entregar sus proveedores en el día a día. ¿Son igual de exigentes en que estos lo hagan de forma segura en la carretera? ¿Controlan la seguridad del mismo modo que controlan la eficiencia en el reparto?
  • Los alcaldes de la zona y colectivos ciclistas llevan décadas reclamando que se mejore la seguridad vial en el tramo de carretera donde murió mi padre y su compañero. La Diputación de Valencia, responsable del tramo, anunció en 2019 un proyecto para hacerlo. ¿A qué estamos esperando exactamente señores diputados? ¿Cuántos accidentes más entre Montserrat y Montroy tienen que ocurrir para que se ejecute el proyecto?
  • Y ya por último. ¿Cuántos ciclistas más tienen que morir para que los conductores de otros vehículos seamos conscientes de su fragilidad en la carretera? “Los ciclistas vamos sin chasis”, me decían sus compañeros de la peña estos días en el tanatorio. Es importante que lo recordemos cuando los veamos pedalear por los arcenes en nuestros desplazamientos. Respetar la distancia de seguridad no es un capricho. A algunos les va la vida en ello.

Como decía, nada me devolverá a mi padre. Nada devolverá a mi hijo su abuelo. El único consuelo que me queda es que su muerte pueda servir para hacer de la carretera, aunque sólo sea un trocito entre Montserrat y Montroy, un lugar más seguro para los ciclistas. Y eso pasa por responder a algunas preguntas. Buscaré las respuestas", publicaba en sus redes sociales el hijo del ciclista atropellado mortalmente en la carretera CV-405 de Valencia.