Muchos empiezan probando el ‘house sitting’ y terminan tan enganchados que no regresan a casa más. Buscando ‘sitters’ por las redes encontramos muchos ejemplos de parejas que llevan tres y cuatro años seguidos. Lo han convertido en un modo de vida. Van uniendo ofertas por el mundo. Tres meses en Italia, dos en Nueva Zelanda, ahora parada en Cádiz... Para ello es básico ser un nómada digital, poder teletrabajar desde cualquier sitio del mundo. Es el caso de Cristian Morillas y Mabel Sánchez. Iniciaron su experiencia hace tres años en Francia y ya no lo han abandonado. Ella es profesora de español a distancia y Cristian, entre otras muchas cosas, administra su web. En este tiempo han tenido que cuidar gatos, perros, un burro y una oveja y han hecho hasta jardinería.
Es una experiencia que engancha. Els, traductora, vivía con su pareja en Irlanda. "Llovía todo el rato y no podía más". Ahora suma tres años de viajes, el próximo a Nueva Zelanda y no sabe cuándo parará.
El otro lado indispensable de esta experiencia lo aportan los anfitriones. Ellos abren gratis sus casas a cambio de que les cuiden sus animales. Es el caso de Joana, en pleno centro de Madrid. Vive con Roca, una dálmata adoptada que no resiste ir a hoteles de perros. "Se siente abandonada y no para de ladrar". Un día descubrió el ‘house sitting’ y lleva ya 20 experiencias, todas positivas. “¿No te da miedo que te roben?”. “No”, sonríe. "No tengo nada de mucho valor... Además, ellos quieren seguir viajando y las reseñas son fundamentales".
El sistema se basa en la confianza y el interés mutuo y no hay intercambio de dinero. Lorenzo es músico y cada año intenta viajar así durante al menos cuatro meses. Ahora planea viajes a Georgia, Israel y Nueva Zelanda. Asegura que casi todo el mundo cuida al máximo las casas, intentan dejarlas incluso mejor de lo que las encontraron. "A veces te hacen un regalo como una botella de vino, un amigo mío le deja a los dueños una comida española el último día de estancia".
Una de las principales plataformas mundiales es Trusted Housesitters. Su portavoz, Angela Laws, nos explica el funcionamiento. Tienen 170 000 miembros de 130 países. Todos se identifican con sus documentos de identidad y pagan una cuota anual (dependiendo de qué nivel se seleccione puede variar de 120 euros en adelante). El pago es casi el coste de una noche de hotel, un pago asumible y muy rentable para ambas partes. Los anfitriones publican las fechas en las que prestan sus casas y reciben ofertas de ‘sitters’ y escogen. Para ello, se apoyan en referencias de otros anfitriones y en una videoconferencia en la que pueden charlar con los aspirantes. La página incluso ofrece un seguro y servicio veterinario en caso de emergencia.
En mitad del verano más caro de la historia, ver los vídeos que graban desde sus casas de acogida Matías (argentino crítico de viajes), Noe (escritora) o Lorenzo (músico) tientan mucho... Ay, si yo pudiera.