Los océanos son una de las principales reservas de biodiversidad en el mundo. “Constituyen más del 90% del espacio habitable del planeta y contienen alrededor de unas 250.000 especies marinas conocidas”, explican desde Naciones Unidas.
Entre ellas se encuentran los cetáceos, un grupo de mamíferos marinos al que pertenecen los delfines, las orcas, los cachalotes o las ballenas. En cuanto a estos últimos, son unos animales de grandes dimensiones que pueden llegar a medir entre 25 y 32 metros y pesar hasta 180 toneladas.
Una de sus principales características que les diferencian de la mayoría de peces es que su cola termina en una aleta caudal horizontal. Es decir, mientras este tipo de animales marinos tienen la cola paralela a su torso, por lo que su movimiento al nadar es de arriba hacia abajo, los peces nadan moviendo su espina dorsal de lado a lado, ya que tienen su aleta caudal vertical.
Según explican desde Ecología Verde, una web fundada por dos ecólogos activistas, “se cree que los mamíferos marinos evolucionaron a partir de animales terrestres que regresaron al mar hace aproximadamente unos 66 millones de años y, como consecuencia de las diferentes condiciones del medio, han adquirido una serie de adaptaciones estructurales y funcionales que les permiten la vida en el mar”.
En otras palabras, los estudios han demostrado que los ascendientes más lejanos de los cetáceos eran animales terrestres de cuatro patas, por lo que la forma de la cola está estrictamente relacionado con ello. Según expertos, esta diferencia se debe a la ‘herencia genética’ que los cetáceos arrastran de su anterior vida en la superficie.
Respiración pulmonar
Otra característica que le diferencia de la mayoría de los peces es que no respiran por branquias, sino que tienen un agujero en su lomo llamado espiráculo.
Son animales de respiración pulmonar, por lo que tienen que subir a la superficie de vez en cuando para coger oxígeno y así poder respirar.