Pocos lo vieron en directo pero la tarde del domingo pasado ya estaba en todos los móviles. El beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la entrega de medallas del mundial desbancó en reproducciones a la imagen del gol de Olga Carmona que dio la victoria a España frente a Inglaterra. Ni siquiera le hizo sombra el baile de la reina Letizia con las jugadoras. Pero al principio para muchos fue solo una anécdota. De hecho el telediario de TVE ni siquiera habló de ello ese domingo por la noche. La propia Jenni Hermoso parecía quitarle hierro en el vestuario al ver la imagen: decía que no le había gustado, pero en el tono festivo del vestuario luego acentuado por el anuncio del propio Rubiales de unas merecidas vacaciones para todas las jugadoras en Ibiza.
Pero la imagen era demasiado llamativa, demasiado sorprendente. Era difícil pasarla por alto, dejarla solo en la categoría de anécdota. Tan consciente de ello era la propia federación que el mismo domingo emitió un comunicado poniendo en boca de Jenni Hermoso un descargo de responsabilidad de Rubiales. "Ha sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un Mundial. El presi y yo tenemos una gran relación, su comportamiento con todas nosotras ha sido de diez y fue un gesto natural de cariño y agradecimiento", manifestó supuestamente Jenni en las declaraciones facilitadas por la RFEF.
Quizá el caso se hubiera atemperado si Rubiales hubiera sido más claro en sus disculpas por lo que el llamó siempre “un gesto espontáneo”. Pero no lo fue. En ese momento quizá por torpeza. En una entrevista en la radio el mismo domingo, el mandatario consideró “una idiotez” lo ocurrido horas antes porque dentro del vestuario y el equipo “nadie le daba la más mínima importancia”.
Pero pocos dudaban ya que esa “idiotez” era ya más noticia que la merecidísima victoria mundialista. El mismo domingo Irene Montero, ministra de Igualdad, calificaba ese beso de “violencia sexual”. El ministro de Deportes, Miquel Iceta, y la de Defensa, Margarita Robles, esperaban al lunes para pedir explicaciones por la actitud “absolutamente rechazable” de Rubiales. Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, iba más allá y exigía su dimisión.
Rubiales debía adivinar la que se venía encima y publicó el mismo lunes un vídeo donde lamentaba lo ocurrido: "Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo, con una magnífica relación entre ambos, al igual que con otras, y donde, pues seguramente, me he equivocado. Lo tengo que reconocer, porque en un momento de máxima efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, ocurrió lo que ocurrió, de manera muy espontánea, sin mala fe por ninguna de las dos partes", afirma.
Para muchos era una disculpa a medias, donde repartía la responsabilidad del gesto con la jugadora. Y eso echaba más leña al fuego. El martes Pedro Sánchez recibía a la selección, daba a Rubiales un frío saludo y a la vez le pedía “más pasos” tras sus “insuficientes disculpas”. El mismo día se pronunciaba el PP, que calificaba de “bochornosa” la actitud de Rubiales y pedía su dimisión.
La pelota iba creciendo. El presidente de la Federación estaba acorralado, pero la principal protagonista no se había vuelto a pronunciar. Lo hizo el miércoles y toda la estrategia de defensa de Rubiales se vino abajo. Hermoso rompió su silencio delegando en su sindicato, FUTPRO, que en un duro comunicado, reclamó la adopción de "medidas ejemplares" contra el mandatario.
"Expresamos nuestra firme y rotunda condena ante conductas que atenten contra la dignidad de las mujeres. Pedimos a la RFEF que implemente los protocolos necesarios, vele por los derechos de nuestras jugadoras y adopte medidas ejemplares. Es necesario continuar avanzando en la lucha por la igualdad", expresó el sindicato.
Las denuncias de particulares contra Rubiales comenzaban a acumularse en la Fiscalía y se aireaban casos de supuesto despotismo y mala praxis en la gestión del mandatario. El jueves la presión ya era insoportable. Ese día la FIFA, a través de su Comisión Disciplinaria, decidió abrir un procedimiento disciplinario contra Rubiales. Sus comportamientos "podrían resultar constitutivos de violaciones de los artículos 13.1 y 13.2 del Código Disciplinario de la FIFA", dijo en un comunicado.
La “idiotez”, la “anécdota” del beso, el “momento de máxima efusividad” habían acorralado en pocos días a Rubiales. El jueves por la noche varios medios daban por sentada su dimisión este viernes en la Asamblea Extraordinaria de la Federación de Fútbol en Las Rozas.
Por eso la gran sorpresa cuando llegado el día Rubiales no sólo no presentó su dimisión, sino que convirtió su discurso en una denuncia del “asesinato social” que -decía- está siendo cometido contra él. Y volvió a su argumento del domingo. Explicó que el “pico” (no beso) a Jenni Hermoso fue "espontáneo, mutuo y consentido". "Aunque se esté vendiendo otra cosa, no hay deseo y no hay posición de dominio”.
Narró su versión de la secuencia de los hechos: “En el momento que apareció Jenni me levantó del suelo, y al dejarme en el suelo nos abrazamos y yo le dije ‘olvídate del penalti'. Ella me contestó: ‘eres un crack’. Y yo le dije: ‘un piquito’, y ella dijo: ‘vale, y se fue riéndose".
Por eso dijo no entender la reacción de la futbolista. "Jenni dijo que era una anécdota y demás. De la anécdota, del no pasa nada, empiezan todas estas presiones, se pasa al silencio de la jugadora y después a un comunicado que la verdad yo no termino de entender”, afirmó.
Pero la mayor parte de su discurso fue un alegato contra lo que denominó “el falso feminismo”, personalizado en varias ministras del Gobierno. "El falso feminismo no busca la justicia, no busca la verdad, no le importan las personas. Lo repito, están preparando una ejecución para ponerse una medalla y decir que están avanzando. Pero es que así no estamos avanzando; es todo lo contrario, todo lo contrario”, dijo.
"La señora Yolanda Díaz, la señora [Irene] Montero, la señora Belarra, el señor Echenique se han referido a esta acción con las palabras 'vejar', 'violencia sexual', 'sin consentimiento'... Repito parte de la clave: 'sin consentimiento' y 'agredir'. Por Dios, ¿qué pensarán las mujeres de verdad que han sido agredidas sexualmente? ¿Qué pensará una mujer a la que de verdad se le ha obligado y se le ha agredido sexualmente?", reflexionó. Luis Rubiales dijo que se defenderá "en los juzgados" de las acusaciones de machismo de Yolanda Díaz e Irene Montero.
Las siguientes horas las reacciones se sucedieron casi en tromba. Las ministras aludidas criticaron duramente a Rubiales y el Consejo Superior del Deporte -dependiente del Ejecutivo- activó los mecanismos para inhabilitarle.
Pero la respuesta más contundente fue la de los propios deportistas. Primero de forma colectiva y luego individual. La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) señaló que Rubiales "no debe seguir" "ni un minuto más". Rafael del Amo dimitió como responsable del fútbol femenino en la RFEF en protesta por el “inaceptable comportamiento” de Rubiales en el palco (donde se tocó los genitales, y por lo que sí ha pedido perdón). Y la Liga F, la patronal del fútbol femenino, exigió a la RFEF "respeto a la mujer" y advirtió de que "es el momento de cambiar esto para siempre".
De forma individual el primer deportista en responder a Rubiales fue el internacional español Borja Iglesias, delantero del Real Betis, que anunció su decisión de "no volver a la selección" hasta que las cosas cambien y este tipo de actos "no queden impunes".
Y luego fue el turno de algunas jugadoras de la selección. Alexia Putellas, mediapunta del FC Barcelona y doble ganadora del Balón de Oro, tildó como "inaceptable" la no dimisión de Luis Rubiales. "Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo, compañera @JenniHermoso", dijo la mediapunta desde su cuenta en la red social X (antigua Twitter). En la misma línea se pronunciaron la centrocampista Aitana Bonmatí, la portera Cata Coll, la atacante Athenea del Castillo y Virginia Torrecilla, integrante del núcleo duro de la selección femenina durante muchos años.
Y a última hora de la tarde del viernes, Jenni Hermoso dejaba clara su postura de nuevo a través de su sindicato FUTPRO: "Tal y como se vio en las imágenes en ningún momento consentí el beso y, por supuesto, en ningún caso busqué alzar al presidente", ha asegurado la jugadora. "No tolero que se ponga en duda mi palabra”.
Ha pasado casi una semana y ya casi nadie habla del histórico título conseguido por la selección española. El debate sobre la tolerancia de los gestos machistas ha ensombrecido el triunfo, y ahora la gran incógnita es cuánto aguantará Rubiales en el puesto, y en su posible caída arrastrará al entrenador Jorge Vilda, para el que el mandatario anunció públicamente una subida de sueldo en su discurso de este viernes