Hacer la colada es una tarea doméstica a la que a veces no le prestamos la atención necesaria, por lo que no es de extrañar que, a día de hoy, haya quienes sigan cometiendo errores a la hora poner la lavadora.
Entre ellos, no tratar las manchas, sobrecargar la lavadora, no poner la ropa del revés, meter prendas no aptas o incluso no usar el ciclo de lavado más adecuado en función de cada tejido o no controlar las temperaturas.
Si bien es cierto que utilizar el programa correctamente va a ayudar a prolongar la vida útil de las prendas y, por tanto, a no dañarlas, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) afirma que un buen uso de la lavadora también puede suponer un ahorro.
Conseguir un balance entre el ahorro y una limpieza eficaz de la ropa es posible. Para ello, es importante hacer un “uso racional y eficiente” de este electrodoméstico, siendo uno de los que más consume.
En principio, “el programa en frío o hasta 30 °C es suficiente para lavar ropa poco sucia y con la dosis mínima de detergente, algo muy beneficioso para el medio ambiente”, recalcan desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Asimismo, una ventaja de emplear agua fría o templada es que el tejido, el color, la elasticidad y la calidad de las prendas no se va a alterar.
De lo contrario, si la ropa está muy sucia, sí que es cierto que se suele aconsejar poner una temperatura más elevada. Eso sí, “no es recomendable lavar por encima de 60 °C, entre otras cosas, por el alto consumo de energía”, apuntan desde la Organización.
Teniendo presente que aproximadamente el 80% del gasto proviene del proceso de calentar el agua, lavar la ropa a una temperatura mayor de la que realmente se necesita va a provocar que se gaste más. Para evitarlo, la OCU recomienda poner la lavadora a 40 °C como máximo, siempre que sea posible y se requiera.
Un cambio de hábitos que va a suponer un ahorro de hasta un 55% de energía, consiguiendo los mismos resultados de lavado.