Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho y de Silvia Bronchalo, se encuentra ya en prisión provisional, a la espera de juicio, por presuntamente haber matado y descuartizado al cirujano plástico colombiano Edwin Arrieta Arteaga, de 44 años, en Tailandia.
El joven, de 29 años, que será acusado de asesinato premeditado, según ha indicado la Policía del país asiático, está ingresado en Koh Samui, que se puede considerar un auténtico 'paraíso' si se compara con Bang Kwang, también conocida como la 'cárcel de la muerte', el próximo destino de Sancho.
Son varios los testimonios de exreos de Koh Samui que se han dado a conocer desde que Daniel Sancho entrara en dicho centro penitenciario. Hace unos años, una bloguera, identificada como Mia Escobud, recopiló información al entrevistar a un par de personas que habían pasado por la mencionada cárcel.
Para comenzar, subrayaron que los funcionarios, a golpe de silbato, levantan a los presos a las 6:00 horas. El descanso, si es que ha existido, ha sido con la ayuda de tan sólo tres mantas: una para taparse, otra para poner debajo del cuerpo y otra como almohada.
En ese momento hacen el primer recuento del día, justo antes de permitir el "momento del aseo". Los baños, donde se hacinan los presos (hasta 45 en el mismo momento) después de dormir sobre el frío suelo, puesto que no hay camas, cuentan con 16 duchas y dos lavabos, lo cual resulta "un poco locura".
Dos horas después de haber abierto el ojo, lo cual no es poco en lugar tan inhóspito, suena el himno nacional tailandés. Es el momento de las oraciones budistas y un segundo recuento. Los encarcelados, uniformados de manera diferente si se encuentran en prisión preventiva o no, desayunan "un arroz desagradable y un caldo maloliente", detallan quienes han logrado sobrevivido.
El almuerzo, tras un tercer recuento, se sirve aproximadamente a las 12:00 horas y suele ser de nuevo arroz y huesos de pollo. No obstante, explican, se puede solicitar algo de comida de fuera por poco más de tres euros. A las 14:00 horas, cuarto recuento, ejercicio físico y ducha en cuestión de pocos minutos puesto que el agua se termina a la velocidad de la luz.
De 15:00 a 16:00, tiempo libre y cena, quien disponga de algo de dinero. Llega el momento más complicado de la jornada con el regreso de los reclusos a las celdas. Por supuesto, tras ser cacheados. Después disponen de unas horas para ver programas mediante un USB ya que no hay televisión como tal.
A las 21:00, silencio sepulcral para dormir o al menos intentarlo porque, por si fuera poco, no se apagan las luces. Y son hasta 16 los internos que se acumulan en una celda, lo cual no permite ni siquiera estar con el cuerpo estirado.
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