Dos hombres y una mujer fallecían este martes en la playa dels Marenys, en la localidad valenciana de Tavernes de la Valldigna, en una zona virgen, donde no hay servicio de vigilancia ni socorrismo, a la que se accede a través de caminos de campo. En las playas cercanas ondeaba la bandera roja. Los dos hombres tenían 60 años y la mujer, 45.
Lo cierto es que a partir de los 60 años los ahogamientos en el agua se disparan. Más del 35% de los que fallecen por ahogamiento son personas mayores de 65 años, según el Ministerio de Sanidad.
De enero a junio de este año han fallecido en España por ahogamiento 169 personas. El grupo de edad con más víctimas ha sido el de 65 a 74 años, con 34 fallecidos, seguido del de 55 a 64, con 31. Con un total de 57 muertos, el pasado junio de 2023 fue el segundo mes con más personas ahogadas desde 2015, según datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las razones para que el agua se cebe sobre todo con este grupo de población? Son varias las causas y no una sola. Las personas mayores son las que más tiempo pasan en la playa, por lo que, en cierta forma, es normal que sean ellas las que más sufran esta desgracia. “Se desplazan a la playa a horas muy tempranas y luego, también por la tarde, cuando finaliza el servicio de socorrismo que sirve para recordar las distintas normativas”, asegura Francisco Cano, director de Prevención y Seguridad de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. “Además, es el grupo de población que menos caso hace a las normas, a algunos no les gusta que les digan lo que tienen que hacer, y muchos de ellos realizan actividades en el medio acuático en solitario”, añade.
Su estado físico también influye. “Ante una situación que requiera cierta movilidad o destreza en el medio acuático, su velocidad de reacción, movimiento y desplazamiento, a medida que se hacen mayores, es más lento”, señala Cano. “Hay que tener en cuenta, además, que muchas veces las personas mayores se ponen a hacer un ejercicio acuático en verano al que no están acostumbrados el resto del año. También en la época estival su dieta es distinta y eso también influye”.
Como ocurre con el resto de la población, la mayoría de los ahogamientos (más del 60%) suelen producirse en la playa, seguido de lejos en piscinas de uso privado, no así en las de uso público, en las que está regulado el servicio de socorrismo.
A veces los ahogamientos de personas mayores ocurren en situaciones que nadie diría que son peligrosas, por ejemplo, paseando por la orilla del mar. “El otro día una persona mayor iba andando por la playa cuando, de repente, vino una ola con bastante fuerza, la desequilibró y la tiró al suelo. La siguiente ola, la arrastró mar adentro y tuvimos que rescatarla”, recuerda Cano. “Hay que tener en cuenta que una persona de esta edad tiene menos agilidad para incorporarse y ponerse de pie”.
A veces es complicado saber la causa del ahogamiento, el motivo por el que ha ocurrido. “Puede ser, por ejemplo, por un paro cardiaco. Puedes ir paseando por la playa, sin ningún riesgo evidente, tener un infarto y caer sobre una lámina de agua. Y si las vías respiratorias están tocando esa lámina de agua, acabar muriendo por ahogamiento”, insiste Cano.
Desde que un bañista comienza a sentir los primeros síntomas de fatiga, con las vías respiratorias bajo del agua, transcurre muy poco tiempo hasta que pierde el conocimiento y se ahoga. “Es difícil que una persona pueda pasar más de un minuto y medio o dos minutos luchando en esa situación. El fallecimiento se produce por la falta de oxígeno en el cerebro”, explica el director de Prevención y Seguridad de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Es muy importante que las personas mayores se bañen siempre acompañadas y en lugares donde el servicio de socorrismo los pueda visualizar. El hecho de que sepan nadar no significa que no puedan ahogarse. “Van a tener más herramientas para salir de una situación complicada. Pero ante una playa con bandera amarilla, una persona que no sepa nadar y sea prudente no se va a meter en el agua más allá de donde le cubra, mientras que, si sabe nadar, por esa falsa sensación de seguridad, se va a exponer más”, insiste Cano. “Muchas veces terminan falleciendo más personas que saben nadar que las que no saben”.
Cano recomienda no meterse en el mar más allá de que el agua cubra por la cintura; cuando hay bandera verde, y si está amarilla, hacerlo más cerca de la orilla. “Cubriéndonos hasta la cintura tenemos mucha más tracción en el suelo y más facilidades de salir al exterior sin necesidad de nadar, simplemente ayudándonos con las piernas para llegar a la orilla”, insiste.