Hace solo dos años que Concha puede dormir, vivir, respirar tranquila. "Desde el día en que me llamaron de Instituciones Penitenciarias para decirme que mi exmarido había muerto en la cárcel por un ictus", explica a NIUS. "No lo celebré porque tampoco soy tan retorcida, pero reconozco que fue una liberación, para mí y para mi hija".
Supuso el fin a 38 años de maltrato continuados. "La primera vez que me pegó fue al mes y medio de casados porque dije que unas cortinas no me gustaban", relata. A esa primera bofetada le siguieron muchas otras. "Mientras estuvimos casados hubo de todo, puñetazos, empujones, cogidas de cuello, tiradas por escaleras, insultos... en una de esas me tuvieron que ingresar porque pensaron que me había roto las costillas y el médico le dijo a mi hija: "Dile que no vuelva con tu padre porque la mata. Como mi hija se puso de mi lado también la tomó con ella, un día la agarró de una cadena que llevaba al cuello y se la arrancó de cuajo. Vivíamos asustadas".
Tras la separación la pesadilla no acabó. "Al principio me dejó tranquila un tiempo, pero luego quiso que volviera con él y ante mi negativa, empezó de nuevo el calvario. Intentó atropellarme, me seguía cuando salía a la calle, me acosaba, me amenazaba constantemente", recuerda aún con angustia. "Yo tenía mucho miedo. Salía a la calle sin saber si iba a volver".
Unos años de sufrimiento que asegura no hubiera soportado a no ser por la ayuda recibida en la asociación Somos Más, de Zaragoza, gracias a su plan Mentoras - Acompañantes, un programa en el que mujeres que han sufrido violencia machista en el pasado y que han sobrevivido ayudan a otras que están siendo maltratadas en la actualidad.
La mentora que le asignaron a Concha fue Teresa. "Fue un gran apoyo para mí, la persona a la que recurría en los momentos de crisis, porque muchas veces evitaba que mi familia se enterara de lo que me sucedía. La llamaba a cualquier hora, de la mañana o de la noche. Cuando me asustaba al pitar el aparato que indicaba que él estaba cerca, cuando salía a la calle y veía que me estaba siguiendo. Fue Teresa la que me acompañó a poner las denuncias y también a los juicios rápidos", explica.
"Fue muy duro. Nos encerraban a las dos en una sala pequeña del juzgado para que no nos cruzáramos con el agresor", detalla Teresa, "mientras él campaba a sus anchas por los pasillos". "Para salir teníamos que avisar para que nos abrieran desde fuera, y aún así en una ocasión lo encontramos de frente", recuerda. "Tuve que ponerme en medio porque venía directo hacia ella con intención de agredirla". "Fue mi ángel de la guarda. Tiene las espaldas anchas de todo lo que me ha soportado", apostilla Concha.
Hasta doce denuncias puso Concha a su exmarido. "Y una decena de veces quebrantó él la orden de alejamiento. Nunca le pasó nada, hasta la última vez, que el juez dijo: Ya basta, va a ingresar usted en prisión". A los pocos días me llamaron para decirme que había fallecido allí dentro".
Concha consiguió salvar su vida. Muchas no lo logran. Ya son 28 las mujeres asesinadas por violencia de género en lo que va de año. En diez días, seis. La última en Antella (Valencia), moría tras ser acuchillada por su marido en el domicilio común y ante el hijo de ambos. 24 horas antes, otra mujer fallecía desangrada en Logroño, después de ser apuñalada por su pareja, que era detenido cuando intentaba ahogar a sus hijos en el río Ebro.
En ninguno de los dos casos había denuncias previas. "A las mujeres maltratadas les cuesta dar ese paso. Es el momento más difícil. Muchas veces se sienten solas, abandonadas por las instituciones, juzgadas", denuncia Natalia Morlas, presidenta de esta asociación zaragozana. "Cada mujer tiene su momento para hacerlo. No se puede forzar. Solo podemos acompañarlas y, en el caso de que decidan denunciar, guiarlas para que lo hagan de forma adecuada, para que cuando llegue el juicio no le quede al maltratador ni una sola rendija por la que escapar, porque te aseguro que el sistema judicial que tenemos en estos momentos le va a dar muchas oportunidades de hacerlo", lamenta.
Para este programa de Mentoras-Acompañantes se ha formado a un grupo de mujeres para que sepan responder a todas las inquietudes y necesidades de las víctimas de violencia machista cuando más lo necesitan. Durante 24 horas al día ejercen de "hermanas mayores". "Las noches son muy malas. Son muy largas y dan para mucho. Para que la víctima le de mil vueltas a la cabeza y para que a su maltratador le de por acosarla, o por pegarla, o por intentar abusar de ella. Más de una vez nos han llamado diciéndonos: Me he tenido que esconder en la habitación, me he encerrado con mis hijos, he puesto una silla, estáis ahí, ¿qué hago ahora?", cuenta Morlas.
"Y estamos ahí para lo que precisen, no solo como figura al otro lado del teléfono o para acompañarlas a denunciar, también para ir con ellas al hospital, al forense, al médico, al colegio a recoger a sus hijos, a hacer la comprar, a todas partes en las que se sientan amenazadas", explican.
"Muchos agresores están usando la pulsera anti-maltrato para seguir teniendo bajo control a sus víctimas", destaca. "Saben que cuando están cerca pita y que la reacción de sus víctimas va a ser meterse en casa y no salir, que es justamente donde las quieren tener, encerradas y condenadas", denuncia. "Nosotras intentamos acompañarlas para que sigan haciendo sus vidas en la medida de lo posible".
Ya son cientos las mujeres a las que han ayudado de esta forma. "Nos llaman desde todos los puntos de España. Entonces no solo ayudamos a mujeres de Zaragoza o de la Comunidad Autónoma de Aragón, sino de todo el país a través del teléfono", recalcan.
Sueñan con el día en que asociaciones como la suya no sean necesarias, pero mientras tanto siguen apoyando a las mujeres que lo precisan y "formando a otras nuevas para que se conviertan en mentoras-acompañantes de las víctimas de violencia machista que desgraciadamente vendrán", comentan.
Concha ha empezado ya a recibir esa formación. Por primera vez se siente fuerte y "empoderada" para apoyar a otras. "Ahora me toca ayudar a mí, siento que es lo que debo hacer."