“Estamos aquí para ayudarnos”. Felisa repite esta idea varias veces, cuando hablamos con ella. Es la idea que la mueve en la vida, nos cuenta, y la que está detrás de su decisión: acaba de hacer testamento y ha decidido donar gran parte de su herencia a la ciencia. Concretamente, a la investigación del cáncer infantil.
Felisa Castro ha hecho un testamento solidario a favor de la Fundación CRIS contra el cáncer, organización de referencia en la investigación de una enfermedad que le toca muy de cerca. Su hermana mayor falleció de un linfoma con 39 años. Ella tenía 23. Hoy tiene 50 y acaba de perder también a sus padres, en la pandemia.
“Perdí a mis padres muy seguidos. Cuando vives y sientes la muerte tan de cerca, asumes que, aunque estés sano, todos somos mortales. La vida es muy frágil, y la enfermedad te hace ser más consciente de la muerte”. Por eso decidió hacer testamento, y hacerlo para ayudar a los demás. No es la única. El año pasado, se donaron de esta forma, en España, 41 millones de euros a diversas entidades no lucrativas.
“Es mi proyecto, me salió del corazón”, confiesa. Tanto al hacer el testamento solidario como ahora, al contárnoslo, Felisa explica que ha tenido muy presente a su hermana y a sus padres. Es, dice, su forma de honrarlos. Con este gran acto de generosidad, de humanidad.
El testamento solidario es "el testamento con más herederos del mundo”, explican desde CRIS contra el cáncer. Y Felisa, que no está casada y no tiene hijos, tiene claro cuáles serán los suyos. “Mis herederos son muchos, y están en la octava planta de La Paz”. La de oncología infantil.
Como Felisa, cada vez son más las personas que deciden donar parte de su legado a alguna ONG o entidad sin ánimo de lucro. Esos 41 millones de euros son un 21% más de lo que se donó en testamentos solidarios en 2021. La mayoría de quienes hacen testamentos solidarios son mujeres, casi seis de cada diez. Y casi la mitad, solteras. Como Felisa. Aunque cada vez crece más el número de personas casadas que se deciden a hacerlo.
No es difícil. Se trata de incluir a una o varias ONG en el testamento, dejando una parte de la herencia o un bien concreto. Y ello, además, no perjudica a la parte legítima de los herederos, si los hubiera. En el caso de Felisa, no los hay, de momento. Y ella ha decidido que, el día que fallezca, prácticamente todo su legado irá a parar a esa fundación. Concretamente, a la 'Unidad Cris de Investigación Traslacional y Terapias Avanzadas del servicio de Oncología Pediátrica del Hospital de La Paz'. Así de claro queda especificado en su testamento, que hizo en mayo.
“Yo acabo de recibir una herencia de mis padres”, cuenta, y asegura que no fue fácil gestionarla entre seis hermanos. Eso también la animó a decidir qué haría con la suya. “Yo no tengo apego a lo material. Lo mejor que puedo hacer es esto, dedicar mi legado a que continúe la vida”.
La de su hermana se truncó hace mucho tiempo. Han pasado 27 años de su muerte, pero a Felisa todavía se le quiebra la voz cuando habla de ella. Le detectaron un cáncer linfático con 38 años, y fue todo muy rápido. Falleció con 39. Dejó tres hijos.
“Yo pasé el último mes de vida con ella. Y era como una persona anciana. Esta enfermedad te consume, es muy destructiva. A mí, ella me dejó una lección de vida con su actitud, con su forma de enfrentarse al cáncer”. Y ahora, ella está convencida de que “el mejor legado que puedes dejar es tu forma de actuar, y de relacionarte con las personas. Aquí estamos para ayudarnos”, insiste. “Los mismos problemas por los que tú pasas, también los tienen otros”.
Para Felisa, que trabaja como asistente de dirección y vive en una ciudad del extrarradio de Madrid, “la felicidad plena es estar en paz contigo mismo, ser coherente con lo que piensas y lo que haces, y procurar no hacer daño a tu entorno”.
Ella no tuvo hijos, aunque quiso. Y confiesa: “Aunque hubiera tenido hijos, habría hecho lo mismo". Es decir, donar gran parte de su herencia a la investigación del cáncer. "No les dejaría nada material, les dejaría estas enseñanzas, esta solidaridad. Cuando tus seres queridos se van, te queda el afecto, el amor… Lo material se desvanece, los valores no”.
Y Felisa tuvo claro a quién quería donar. “Si ya es duro el cáncer, imagínate siendo un niño… No se merecen eso”.
Cada año, se diagnostican 1.400 casos de cáncer infantil en España. Ella misma nos recuerda el dato. Y se queja de que “a las grandes farmacéuticas no les interesa, porque estos números no son rentables. Lo hemos visto con la pandemia, cuando algo es rentable lo movilizan todo y lo investigan muy rápido”.
"Pero esta es la gran pandemia, la del cáncer", advierte Aleix Prat, oncólogo del Hospital Clinic de Barcelona. "Y va a ir a más. Se estima un aumento del 60% de la incidencia en los próximos 20 años".
Este investigador de CRIS contra el cáncer coincide con Felisa en que "la industria privada farmacéutica está innovando muchísimo y le debemos grandes avances, pero también es verdad que ellos tienen sus intereses particulares. Muchos otros intereses que tenemos nosotros, como pacientes y como médicos, no los cubren. Tenemos que lograr darles respuesta y eso viene o de financiación publica o de la sociedad, no hay más".
Prat investiga en cáncer de mama, buscando "biomarcadores para poder afinar mejor el tratamiento". Y acaba de recibir una beca de CRIS contra el cáncer para ello, con una financiación de 1.250.000 euros en 5 años. CRIS se lo financia, en gran parte, con el dinero que recibe de testamentos solidarios, como el de Felisa. "Lo que está haciendo CRIS contra el cáncer es espectacular, y eso que lleva muy pocos años".
Los 250.000 euros que donaron a esta fundación en 2022 a través de testamentos solidarios se van a destinar, este año, a dos proyectos. Uno es el de Prat. El otro es del CIG Biogune de Bilbao, para investigar el cáncer de próstata. Son dos de los más frecuentes en España.
"El compromiso que adquirimos los investigadores con la sociedad es más fuerte, porque son ellos los que nos están financiando", explica Prat. "Ellos" son personas como Felisa, que "se están implicando personalmente" en la investigación del cáncer. "Hay muy buenos investigadores en España, es lamentable que muchos se tengan que ir fuera para trabajar", se queja ella. "Cuando a uno le detectan un cáncer quiere salvarse, y para poder salvarse se necesita investigación". Así de sencillo, y así de cierto.
Pero cuando no hay dinero suficiente, cada granito de arena cuenta. "España es un país con grandes equipos de investigación, pero en financiación pública estamos en niveles muy bajos. Falta que la sociedad también de un paso adelante. Pero tiene que haber incentivos fiscales para ayudar a que se haga esto". Felisa ya lo ha hecho. Y espera que, al contarlo, cunda el ejemplo. "A ver si hay más gente que se anima a hacerlo, esa es la idea".