Por qué el derrumbamiento de la presa ucraniana amenaza con convertirse en un desastre ecológico

  • La inundación afecta ya a más de 550 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la ciudad de Madrid

  • Entre 600 y 800 toneladas de fuel se han liberado en el agua, que terminarán llegando al Mar Negro

  • “Se trata del peor desastre medioambiental en Europa desde Chernóbil”, ha señalado el viceministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Andrij Melnyk

El derrumbamiento de la presa de Nova Kakhovka, ciudad al sur de Ucrania tomada por los rusos, este martes, ha supuesto, en palabras del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, “una bomba medioambiental de destrucción masiva". Aunque todavía están por aclarar las responsabilidades directas de la caída de esta presa, una de las más importantes del río Dniéper, nadie duda de que las consecuencias será fatales. “Se trata del peor desastre medioambiental en Europa desde Chernóbil”, ha señalado el viceministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Andrij Melnyk.

“Efectivamente, es un desastre medioambiental de gran magnitud”, sostiene Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace. "Tras venirse abajo la presa, el río Dniéper se ha visto afectado de repente por una avenida gigantesca de agua dulce, que todavía sigue, que está arrastrando gran cantidad de sedimentos, piedras y objetos que había en las dos orillas del río. Desde un coche, hasta un basurero o todas las alcantarillas o aguas residuales que se han incorporado a las aguas del río”, explica Barea.  

La inundación afecta ya a más de 550 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la ciudad de Madrid. Casi 2.000 residentes han sido evacuado en el lado ucranio y unos 4.000 en las zonas ocupadas por Rusia después de que el agua haya anegado poblaciones enteras. “El mayor problema es que el agua permanecerá muchos días anegando la zona afectada. Y el agua pudre enseres e inutiliza equipamientos y esto dispara los daños económicos”, asegura el catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. “En estos países, donde apenas hay depuración ni un control muy exhaustivo, seguramente habrá elementos contaminantes que se van a trasmitir al suelo inundado y los efectos los veremos a medio plazo”, explica.

La preocupación es máxima en cuanto a la fauna, flora y tierras de cultivo por su posible contaminación debido a productos químicos industriales y petróleo vertidos desde la central hidroeléctrica que hay en la presa. El embalse derruido está muy cerca de la desembocadura del río, en una reserva de la biosfera del Mar Negro. “Se ha inundado una gran superficie del terreno donde vivían una serie de especies animales y vegetales que, de momento, están bajo el agua por lo que desconocemos las consecuencias definitivas que sufrirán”, señala el geólogo y divulgador Nahum Méndez. “El agua de la presa está arrastrando sedimentos, escombros, gasolina de algún tanque o el aceite de los motores de generación hidroeléctrica de la presa hidroeléctrica, lo que tiene unas consecuencias para la vida muy nocivas, ya que puede afectar a la impermeabilización de los mamíferos que viven en el agua o al plumaje de las aves, haciendo que puedan sucumbir al frío de forma más sencilla. Esos animales pueden además ingerir ese aceite y acabar enfermando o muriendo”.

Por el momento, entre 600 y 800 toneladas de fuel se han liberado en el agua, que terminarán llegando al Mar Negro. Como ocurrió con el Prestige aquí en España, tanto los hidrocarburos como los aceites industriales flotan en el agua y generan una pátina que afecta directamente a los seres vivos que viven en la superficie pero también a los que están en el fondo, que pueden envenenarse. “A parte de la pérdida de estas especies animales, este desastre puede provocar problemas de alimentación humana, ya que pescados que habitualmente se consumen pueden estar contaminados”, insiste Méndez.

Comparación con Chérnobil

Es probable, además, que el embalse de Kakhovka se vacíe hasta el nivel cero, con la consiguiente pérdida del número de peces. Por si fuera poco, el agua de la presa se ha llevado por delante a los más de 300 animales que había en un zoo de la ciudad. “No sé si va a ser un desastre medioambiental a la altura de Chernóbil (Ucrania), porque la radioactividad siempre tiene unas connotaciones más graves, pero sí va a tener consecuencias muy graves”, subraya Méndez. “Solo sería un desastre como el de Chernóbil si llega a afectar a la refrigeración de la megacentral atómica de Zaporiyia (a algo más de 250 kilómetros)”, pero confiemos que esto no suceda”, subraya Barea. “ Aparte de a los que les ha alcanzado directamente el agua, otros muchos van a perder el suministro eléctrico o de agua potable, así como un sinfín de infraestructuras portuarias del río Dniéper o de silos de grano que estaban cerca de la ribera”, añade.

La enorme riada ha sepultado y aniquilado, además, buena parte de la vegetación de la ribera del Dniéper. Cuando el agua del río llegue al Mar Negro, también alterará su salinidad y organismos vivos que vivan en la desembocadura. “Se trata de una zona muy agrícola, muy intensiva del cereal, que va a arrastrar muchos nitratos, fosfatos, pesticidas y plaguicidas, que se va a mezclar en el agua con todo lo que lleva de más, como el agua del alcantarillado”, insiste Barea.

Imposible calibrar los destrozos

Quedan aún días para comprobar hasta donde han alcanzado estos daños. De momento, todavía no ha terminado de subir el agua en la parte final del río. Solo cuando empiecen a retirarse -la fecha no está clara- y se quede todo descubierto de nuevo, se podrán calibrar los destrozos.

Tampoco es posible por ahora saber cuántos años harán falta para que la zona vuelva a ser la de antes. “No es posible todavía evaluar la dimensión del problema porque este todavía no ha acabado. La inundación sigue. Tendremos que esperara a ver cómo transcurre todo y ver qué daños finales hay sobre el ecosistema”, asegura Méndez.

La catástrofe de la presa de Nova Kakhovka ha sucedido en medio de una guerra -como consecuencia de ella-, lo que dificulta todavía más la recuperación. “Si hubiera medidas correctoras que llevar a cabo, no se podrían implementar porque Ucrania está inmersa en un conflicto bélico que lo hace imposible", señala Méndez.