La dura historia de Iván que le hace ayudar a otros: "Nací con VIH y no lo cambiaría por nada"
Iván Garrido quiere, con su historia, poder ayudar a otras personas con VIH y acabar con el estigma de esta enfermedad
Su madre, durante el embarazo, no tomó las pastillas que podrían haber evitado que Iván tuviera VIH
Seis inyecciones al año en lugar de 365 pastillas: el nuevo tratamiento contra el VIH “que reduce el estigma”
Iván Garrido nació con VIH. Lejos de estar enfadado o triste, se siente afortunado. “Tuve la gran suerte de nacer con VIH, para mí es un don y nunca estaré lo bastante agradecido a mi madre por ello”. Iván ha contado su historia a los cuatro vientos para poder ayudar a personas con VIH. Acabar con el estigma de este virus es su misión en la vida.
Iván ha tenido una infancia muy dura, pero da gracias por estar vivo. Ahora lucha porque su historia llegue y ayude aunque solo sea a una persona. Hoy, con 32 años, se presenta como psicólogo, con VIH de nacimiento, activista LGTBIQ+, CEO de la Asociación Proyecto Kintsugi y escritor.
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Este jueves ha participado en las XXVII Jornadas de formación VIIV, Intersecciones invisibles entre el VIH y la salud mental, que organiza ViiV Healthcare, la compañía farmacéutica especializada en el desarrollo de terapias para la infección por el VIH.
Padres drogodependientes
Ivan nació en 1991 con VIH. Sus padres, ambos drogodependientes, se conocieron en Proyecto Hombre. Su madre, durante el embarazo, no tomó las pastillas que podrían haber evitado que Iván tuviera VIH. A partir de ahí, su vida ha transcurrido entre hospitales. En 1991 no había tratamiento, estaba abocado a una muerte segura. Pero en 1996 llegó el tratamiento antirretroviral que salvó su vida.
“Entrar en el hospital para mí era entrar en lugar seguro. Me enamoré de cómo me cuidaban y de cómo me trataban. Volver a casa con una familia tan desestructurada me costaba y me inventaba dolencias para volver a ‘casa’”.
Su madre murió cuando él tenía siete años. Entró en la habitación y allí estaba, tirada en el suelo. Su único pensamiento en ese momento fue que su abuela estuviera bien. “Con siete años entendí que yo no tenía que ser cuidado, sino que tenía que ser el cuidador por injusto que eso parezca”, dice. “Debería haber sido mi abuela la que me abrazara a mí, pero fue al revés”.
"Llamar al 112 era lo normal para mí"
El rol de cuidador está muy instaurado en él. Llamar al 112 era lo normal para mí. Yo no pensaba que la vida podía ser diferente. Cuando encontré el cuerpo de mi madre llamé a ese teléfono y protegí a mi abuela. Esto puede parecer heroico, pero no lo es. Son roles invertidos que sigo arrastrando. Tengo muchas secuelas, pero estoy agradecido. Iván Garrido es quien es ahora por cómo ha sido su vida”.
Iván a día de hoy es incapaz de entrar a un gimnasio o a una peluquería que no sea LGTBI+. Le da miedo que le rechacen y vuelvan a hacer daño como en su juventud. “Yo he llorado, he tenido un ataque de ansiedad, me he secado las lágrimas y he grabado un vídeo con humor, porque creo que eso ayuda a la gente. También he grabado vídeos llorando. No pasa nada por ser vulnerable y eso es lo que quiero transmitir".
A los cinco años un juez decidió que Iván se fuera a vivir con sus abuelos. Además, sufrió bullying en el colegio por ser gay. Muchos varapalos que lejos de hundirle, le dieron más fuerza para levantarse. "Mi abuela ha sido indispensable en mi vida. Ella me decía que no contara nada, que ocultara que era gay, que tenía VIH, que no trabajara. Tenía miedo, pero me apoyó hasta el final".
Un día fue a pedir ayuda a una asociación por todo el rechazo que había sufrido en su vida y terminó creando la suya propia: Proyecto Kintsugiser. Quería decir en voz alta "soy Iván Garrido, nací con VIH y tengo el don de ayudar a otras personas a empoderarse, así que no lo cambio por nada".
El miedo y el estigma
Una de cada 300 personas tiene VIH en España. Unas 150.000. “En tu oficina, en una discoteca, en un colegio. Hay gente con VIH a nuestro alrededor y no lo sabes porque no lo dicen, porque tienen miedo. Tenemos que acabar con el estigma. Es el segundo efecto secundario de esta enfermedad”.
"Solo unos pocos nos ponemos de cara a gritarlo a todo el mundo. El problema es que la sociedad no tiene un espacio seguro para afrontarlo. Creo que ayudo a esas personas porque les doy un rayo de esperanza. El VIH se sigue relacionado con el SIDA y con la muerte. Me ven a mí y dicen, no me voy a morir mañana", explica el joven.
Iván quiere dejar claro que tener VIH no te cambia. "Eres exactamente la misma persona que antes del diagnóstico. El VIH es un virus que está en tu ADN, nada más. Es un compañero de vida y lo mejor es llevarte bien con él, aprender a convivir".
Tener VIH no es tener sida. "Afortunadamente hay un tratamiento que hace que el virus en tu sangre sea indetectable, luego si es indetectable es intrasmisible. No puedes transmitir algo que no tienes. Solo está en tu ADN".
Primera generación que nace con VIH y está viva
“La verdad es que no sabemos qué va a pasar. Pertenezco a la primera generación que nació con VIH y está viva. No me importa empezar con osteoporosis a los 50 en vez a los 70. Me lo estoy pasando tan bien. Estoy disfrutando tanto de lo que tengo, que habrá merecido la pena”, dice.
Iván Garrido tiene un sueño, no ser noticia. “Si dejo de interesar, si mi historia deja de tener seguidores, querrá decir que hemos terminado con el estigma. Lamentablemente todavía hay muchas personas que me necesitan. Por eso, no podía ser tan egoísta de no contar mi historia. Mientras le llegue a una sola persona lo habré conseguido”, concluye.