Es un debate recurrente, sobre todo en los últimos años. ¿Deberes sí o deberes no? ¿Hábito necesario o condena? Los alumnos españoles dedican un elevado número de horas a las tareas escolares fuera del aula. Así lo muestran informes como PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes), donde se revela, además, que las tareas que se mandan son poco creativas, genéricas y originan desigualdades de aprendizaje entre los estudiantes.
Entonces, ¿son realmente útiles los deberes? Sus defensores aseguran que mejoran el rendimiento académico del alumnado, pero un estudio elaborado con datos de más de 600 niños andaluces de educación primaria no ha llegado a la misma conclusión. "Hemos comprobado que el tiempo dedicado a la realización de deberes no está asociado con el rendimiento académico de los jóvenes", explica a NIUS uno de sus autores, Oscar D. Marcenaro, catedrático de Economía Aplicada.
Una de las motivaciones de esta investigación era descubrir la razón del bajo rendimiento de los estudiantes en España. "No solo por los malos resultados en las pruebas estandarizadas a gran escala -como el informe PISA-, sino también por la elevada tasa de abandono, que es muy alta en nuestro país en comparación con la media de la OCDE y en general también con los países de la Unión Europea", avanza Marcenaro.
"Es verdad que la intensidad de los deberes no es igual por colegio ni igual tampoco por profesor o profesora. Pero es indudable que hay un patrón y que hay inspecciones escolares por lo que al final el currículum es muy rígido", dice el experto. "¿Por qué en un país como España, donde se desarrollan tantas horas escolares, donde además los estudiantes se llevan tantos deberes a casa, se da un rendimiento académico bajo? Por ejemplo, en Finlandia se asiste un 20% menos a clase y los alumnos apenas tienen deberes y sin embargo es uno de los que mejores resultados obtiene siempre en las pruebas estandarizadas tipo PISA", explica.
"La razón de hacer este estudio con parejas de gemelos es científica y al mismo tiempo fácil de entender", explica Marcenaro. "Por un lado, los gemelos comparten escuela, padres, estatus socioeconómico y hasta la dotación genética es la más similar posible entre cualquier otro par de hijos e hijas. Es decir, tienen muchas cosas en común, lo que facilitaba centrarse en lo que les diferenciaba, que en este caso era el tiempo que dedicaban a los deberes, porque vimos que más del 50% de los gemelos mostraban diferencias en el tiempo dedicado a las tareas escolares", detalla.
"Este tipo de estudios con gemelos está bastante estandarizado en EE.UU. Aquí en España no ha sido habitual porque había una bajísima proporción de gemelos, algo que ha cambiado, porque el envejecimiento de la población ha aumentado los tratamientos de fertilidad que están generando que haya muchos más gemelos que antes. Eso permite una muestra mucho más amplia y por tanto más representativa del conjunto de la población", dice Marcenaro.
En este caso se hizo con unas 300 parejas de gemelos. "Y todas de Andalucía, con lo cual también se generó más homogeneidad. Se hizo en esa comunidad autónoma porque la Junta de Andalucía, en este caso la Agencia de Evaluación Educativa, no proporcionó datos administrativos, datos extraídos de la población real de estudiantes de ese grupo de edad en Andalucía".
"Medimos las competencias en dos materias, compresión lectora y razonamiento matemático, para evaluar si esa diferencia en las actividades que realizaban en casa luego tenía una manifestación en el rendimiento académico, es decir, en las calificaciones".
"No encontramos una relación sustantiva entre el tiempo dedicado a los deberes y el rendimiento académico de los gemelos, ni entre el tiempo de realización de deberes y las progresión académica entre la educación primaria y secundaria", destaca.
"Eso no quiere decir que los deberes no sean beneficiosos, sino que los deberes que hace el alumnado pueden no estar ayudando a los jóvenes a desarrollar estas habilidades clave que se analizan, la compresión lectora y el razonamiento matemático. En este sentido nosotros defendemos que lo importante no es la cantidad, es decir, hacer más o menos deberes, sino que lo fundamental es la calidad de las tareas que se hagan", recalca Marcenaro.
Tradicionalmente, los deberes que se mandan en España consisten en tareas repetitivas o basadas en el aprendizaje memorístico. "Y los exámenes habituales también evalúan esas habilidades, entonces lo que pasa es que cuando los estudiantes se enfrentan a pruebas tipo PISA, que no son de este estilo, sino competenciales, encuentran muchas dificultades a la hora de resolver nuevos problemas en otros contextos", explica, "porque no se les pide que suelten lo que se han aprendido de memoria o que repitan ejercicios, con otros números, que ya han hecho en clase mil veces. Lo que se les pide es que sean capaces de traducir lo que leen en un razonamiento o desde un punto de vista matemático, que sean capaces de tomar decisiones lógicas cuando se analiza información. Y en eso fallan. Esa puede ser una de las razones del bajo rendimiento".
Propone el experto que se deberían "promover tareas enfocadas al desarrollo de competencias más que al aprendizaje mecánico de las tareas". "La educación debería centrarse en desarrollar las competencias que de una forma natural cada niño o niña tiene desde que nace", defiende. Es decir, por ejemplo, si una persona tiene más capacidad creativa o artística, pues habría que enfatizar en el desarrollo de esas competencias, con un desarrollo curricular mucho más abierto y más centrado en la diversidad del alumnado. No todo el mundo tiene que valer para tener un razonamiento matemático alto, pero quizás sí para una comprensión lectora alta", sugiere.
"El problema es que las tareas no están enfocadas a desarrollar mis competencias. Ese es un debate muy amplio y que se ha extendido mucho no sólo en España, sino especialmente en Estados Unidos, los países sajones, Francia, etc, y que radica en una cuestión. ¿Realmente estamos haciendo a los estudiantes más competentes, más capaces, o les estamos dando una formación muy reglada, muy rígida, que no se adapta bien a los diferentes perfiles del alumnado? "Parece que estudiar mucho no significa hacerte más competente".
Y en ese sentido el estudio que hemos hecho con los gemelos es importante, porque claro, si nacen en el mismo hogar, de los mismos progenitores o progenitoras. Si tiene las mismas condiciones socioeconómicas. Si se trata más o menos igual a un hijo que a otro dentro del par de gemelos ¿Qué es lo que puede estar haciendo que realmente esa actividad, esos deberes, no se traduzcan en una mejora en las competencias? Posiblemente que las tareas que se le recomienda hacer o se le manda hacer no están enfocadas a desarrollar las competencias para las que cada uno de una forma natural está más capacitado", insisto.
"No sería yo tan categórico de decir que no valen o sí valen para algo. No creo que ese sea el enfoque correcto. Aquí lo que hay que hacer es una reflexión sobre qué es lo que queremos conseguir, porque lo que estamos haciendo y los resultados que estamos obteniendo no responden seguramente al objetivo que se persigue. Es más cuestión de proactividad, que de decir si los deberes son buenos o malos", defiende Marcenaro.
"Por tanto, lo que creo que es evidente es que tenemos que formar y evaluar de una forma diferente a los alumnos, porque la realidad está ahí. La información que nosotros tenemos y los resultados que derivan en términos de rendimiento académico parece que no casan. Y si no casan, algo falla".
"Hay que decidir hacia dónde se quiere ir. Si estamos de acuerdo en que el sistema educativo memorístico no vale y queremos un desarrollo competencial, tenemos que establecer primero qué es lo que se quiere evaluar y cuáles son los instrumentos para poder evaluar con corrección y cómo se debe desarrollar la docencia para que luego la medición sea correcta. Porque claro, si yo le aprieto las ruedas a un coche y lo que le falla es el volante, pues entonces realmente el coche va a seguir sin funcionar", indica Marcenaro.
"El cambio hacia un aprendizaje menos memorístico requiere mucho tiempo. No es algo que pueda hacerse de un día para otro. La LOMLE, la nueva ley de educación va en ese sentido, ese es su espíritu, pero es necesario un proceso de adaptación y no es ni de un año, ni de dos, ni de cinco. Es algo generacional. Se tiene que hacer desde edades muy tempranas para ver el resultado, porque si los niños ya se han formado en una primera etapa de primaria desde un punto de vista no competencial, la adaptación a ese nuevo marco de evaluación y de aprendizaje les va a resultar muy difícil, y no solo a los alumnos, también a los docentes", concluye.