Ana María, una de las profesoras del colegio al que acudían los menores que eran presuntamente maltratados por sus padres en Colmenar Viejo (Comunidad de Madrid), fue la encargada de iniciar todo el proceso que desencadenó la investigación de la Guardia Civil que derivó en la detención de D., médico del Gregorio Marañón, y su mujer M., así como la pérdida de la tutela de sus ocho hijos.
Así lo recoge 'Vozpópuli'. La docente, que ahora ejerce de tutora en el centro, declaró como testigo ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Colmenar Viejo. Sus palabras, contundentes y duras, fueron demoledoras para los magistrados: dijo haber observado signos de violencia física y psicológica en tres de los ocho niños -"marcas en la cara, en los brazos, cardenales..."- y recordó una vivencia de 2018, cuando una compañera bajó el pantalón de uno de los niños y vio que "lo tenía todo morado por detrás". Entonces no denunciaron.
La maestra afirmó en su declaración que "nunca" olvidará cuando uno de los menores llegó al centro "con la cabeza abierta con una brecha enorme" hace seis o siete años. "Tenía así como una zona de calva y venía como con una diadema con grapitas. Nos dijo que se había caído de un columpio".
Era el pretexto al que solía recurrir la familia cuando les preguntaban, hablaban de caídas en el parque o peleas entre hermanos, además de los columpios. Los niños podían llegar a acumular tres semanas sin ir a clase, ya que el padre, al ser médico, "siempre justificaba" las ausencias. Además, les tenía prohibido acudir a otros sanitarios.
El personal del centro denunció el caso ante la Guardia Civil y comenzó el proceso que se resolvió con la detención de los padres. El progenitor incluso emitió un informe, realizado en su hospital, en el que decía que uno de los niños "tenía problemas de conducta". Ana María dice que D. nunca daba permiso para nada. Ni para fotos ni para ninguna actividad, incluyendo cumpleaños y excursiones.
Los niños reconocieron inicialmente ante su maestra que su padre les castigaba, pero a las pocas semanas guardaban silencio. Uno de ellos llegó a afirmar que su progenitor le pegaba con un rodillo y que se le ponían "los dedos y las uñas negras". Unas lesiones que los docentes apreciaron en tres de los ocho hermanos.
En los más pequeños nunca vieron nada. Pero el maltrato iba más allá de lo físico. Otro de los pequeños le pidió un bocadillo a un compañero porque su padre le castigó sin comer, según la jefa de estudios del centro. Además, según los profesores, uno de los menores faltaba a clase, pero luego iba con su madre a recoger a sus hermanos a la puerta del colegio.
M., la madre, pidió revocar la orden de alejamiento de su marido y asegura que nunca fue maltratada. Asimismo, dijo que las denuncias de maltrato de los menores se produjeron por sus supuestas "malas compañías". Tras la investigación, los padres fueron detenidos -quedaron en libertad con cautelares posteriormente- y se les retiró la tutela de sus ocho hijos, de entre cuatro y 14 años. Entre los objetos con los que sufrieron lesiones: rodillos, cinturones o sacacorchos. Los detalles de este caso siguen conmocionando a la población española.