Con casi 90 años, Milagros, conocida como Mila en el Barrio de Sant Antoni de Barcelona, sigue regentando un pequeño quiosco de golosinas. El trabajo y el encontrarse con la gente, dice, le mantienen viva. Se ha convertido ya en toda una institución para los vecinos. Más de seis décadas lleva en un pequeño kiosko, en el centro de la ciudad.
Empezó junto a su marido, pero desde hace 30 años es ella sola la que lleva el pequeño, pero célebre templo de las gominolas. Y bien que lo hace, su puesto se ha convertido para el barrio en un punto de encuentro de vecinos y conocidos. Todo un emblema en el centro de Barcelona que ha endulzado la vida de varias generaciones. Una tienda con esencia del pasado, que perdura gracias a la eterna energía de Mila.