Autolesiones en adolescentes: ¿cómo saber si tienen o no intención suicida?
Las autolesiones se han triplicado entre los jóvenes entre 12 a 17 años desde la pandemia
Pero no en todos los casos esta conducta se asocia a ideación o intención suicida. Un experto nos enseña cómo diferenciarlas
Los pediatras están asustados ante "el incremento brutal" de las conductas suicidas y las autolesiones en la población infanto-juvenil, sobre todo en los adolescentes. "Se han triplicado los casos respecto a antes de la pandemia. Los equipos estamos desbordados, no podemos más y las listas de espera son infinitas", confirma a NIUS Pedro Javier Rodríguez, miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría.
Lo vivido en la pandemia ha marcado a los más jóvenes. ""Les ha provocado una ansiedad social impresionante porque la socialización en los adolescentes es uno de los mayores factores de crecimiento psicológico. Ha afectado a su salud mental de forma silenciosa, calando día a día y ahora vemos sus consecuencias", advierte el especialista.
"La razón es que el estrés postraumático en estas edades no funciona como en adultos, en los que se desencadena de forma inmediata, en niños y adolescentes puede tardar en llegar seis meses, un año, o más tiempo. Es algo que se queda larvado y va apareciendo poco a poco", aclara el experto. "Lo peor es que no sabemos cuándo va a acabar este pico, que sigue aumentando y, en el que además, las redes sociales contribuyen con un efecto contagio".
"Tenemos las consultas llenas de adolescentes entre 12 y 17 años que nos sus miedos, sus sentimientos de culpa, sus fobias... empiezan con ansiedad y como la ansiedad consume mucha energía, acaban cayendo en depresión y ahí empiezan a aparecer problemas alimentarios, tristeza, sensación de minusvalía, problemas en el sueño, insomnio y luego llegan las autolesiones, la ideas suicidas, los intentos de suicidio y en el peor de los casos los suicidios consumados", lamenta Rodríguez.
Autolesiones con o sin intención suicida ¿Cómo distinguirlas?
Además del suicidio, uno de los temas de los que menos se habla y que más preocupa a los pediatras es el del aumento de las conductas autolesivas que afecta más a las chicas que a los varones. "No existe una razón determinada. Se han hecho estudios, pero no se ha llegado a una conclusión definitiva. Probablemente suceda porque la expresión emocional es diferente en unos y en otros", sugiere.
"En cualquier caso ambos géneros se autoinflingen dolor físico para mitigar la ansiedad, su comportamiento tiene una finalidad ansiolítica en la mayoría de los casos", explica el psicólogo y psiquiatra infantil y de la adolescencia. "Tratan de reducir un dolor psíquico a un dolor físico porque así les resulta más fácil de controlar", detalla.
Pero no en todos los casos esta conducta se asocia a ideación o intención suicida. Según un reciente informe de la Sociedad Española de Pediatría, las autolesiones no suicidas se hacen de modo intencionado, sin idea de quitarse la vida, y causan destrucción en la superficie corporal. "Lo más habitual son cortes en los antebrazos", indica el médico, "pero también puede tratarse de mordeduras, quemaduras, rascado en exceso o golpes a uno mismo".
Además de un mecanismo de alivio de la ansiedad, las autolesiones puede ser también "una forma de autocastigo cuando hay sentimientos de culpabilidad", indica, "o pueden realizarse para conseguir cambios en su entorno más inmediato, para evitar por ejemplo ir al colegio, si eso es lo que les martiriza, o a veces también se hace para llamar la atención tras una separación de los progenitores o si se sienten desatendidos".
A veces la conducta es más grave y supone un aviso o alarma de un posible suicidio. "Hay que estar alerta cuando las autolesiones son mantenidas en el tiempo, cuando se utilizan múltiples herramientas para hacérselas, cuando se acompañan de escasa sensación de dolor y cuando van unidas a sintomatología relacionada con el ánimo, como depresión, y no se trata de un comportamiento realizado en un momento puntual de más ansiedad", explica Rodríguez. "Estos indicadores nos ponen sobre aviso".
"En cualquier caso, ante la primera autolesión de un adolescente hay que acudir inmediatamente a su médico de atención primaria, a su pediatra, porque esa es la puerta de entrada al sistema. Y una vez allí el especialista debe evaluar el caso para bien atenderlo en la consulta o derivarlo a una unidad específica de salud mental, infantil y juvenil", recomienda el especialista. "Pero eso sí, los familiares deben evitar juzgar o criticar al joven o a la joven. La valoración debe venir de la mano de un profesional especializado", recalca.
¿Pueden los pediatras enfrentar este deterioro en la salud mental de niños y adolescentes?
"Estamos sobrepasados", reconoce Rodríguez. "Tenemos los mismos recursos o menos de los que había antes de la pandemia y una avalancha de casos que nos resulta difícil gestionar", lamenta. "A lo que ya se trataba antes, trastornos del comportamiento, del aprendizaje, TDH, autismo, etc se ha unido este empeoramiento de la salud mental con sus múltiples expresiones, porque no se trata solo del incremento de las autolesiones o de los suicidios, que ya son la primera causa de muerte no natural entre los adolescentes, también han aumentado los trastornos del comportamiento alimentario, los trastornos del sueño, las adicciones a las nuevas tecnologías...", aclara Rodríguez.
"Hasta hace poco más de un año España era el único país europeo sin especialistas en psiquiatría de la infancia y de la adolescencia. Se ha tenido que crear la especialidad de manera exprés precisamente por este aumento de problemas en la salud mental de los más jóvenes", denuncia. "Muchos pediatras, psiquiatras o psicólogos nos dedicábamos a ello pero sin una formación reglada. Esto, afortunadamente va a empezar a cambiar pero no es suficiente. Es necesaria una transformación más profunda para revertir esta complicada situación", advierte.
"Es esencial formar a los pediatras en Atención Primaria, para que sepan atender las consultas relacionadas con autolesiones y suicidio, aumentar la dotación de psiquiatras y psicólogos en las unidades de salud mental infanto-juveniles, crear un plan de prevención nacional del suicidio, que causa el triple de muertes que los accidentes de tráfico e incomprensiblemente seguimos sin un plan global y también formar a los profesionales de la educación en la prevención y detección de conductas suicidas. Si logramos avanzar en estas cinco líneas lograremos dar un salto cualitativo", concluye.