"No todo es cambio climático”: la lección de los últimos incendios y el peligro de los de sexta generación
La quema de rastrojos, el calor, los vientos, la falta de lluvia y de prevención hacen un "cóctel letal"
Hay que dejar de pensar que quemar el monte sanea, se debe aplicar una "tolerancia cero" a esta práctica, señala Fernando Valladares
El factor humano, con una buena gestión del monte, es más importante que el atmosférico, señala Jorge Olcina
Los grandes incendios de Castellón, Cantabria y Asturias son la prueba de que en España ya no hay una temporada de alto riesgo, sino que el peligro está presente todo el año. De hecho, las comunidades autónomas están adelantando el periodo de alerta tras un arranque de la primavera seco, caluroso y con unos incendios de sexta generación, que es como se denomina a los que son más violentos y destructivos. Gigantes casi imposibles de apagar y que, prácticamente, solo se pueden prevenir.
Así se acaba de comprobar en plena cornisa cantábrica. En el mes de marzo, recién estrenada la primavera, el fuego ha puesto contra las cuerdas a los servicios de extinción de Cantabria o Asturias, algo impensable hasta ahora para estas fechas y estos parajes.
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Estos incendios han batido marcas históricas no por su magnitud, ya que no han superado la devastación ocasionada por el incendio de la Sierra de la Culebra (Zamora) en 2022, sino porque han sido especialmente precoces. "Tener en el mes de marzo incendios de estas características es todo un récord", explica a NIUS Fernando Valladares, profesor de investigación del CSIC, y director del grupo de Ecologia y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).
Intención y falta de prevención
No todos los incendios registrados en las últimas semanas en España han sido de sexta generación, aclara el biólogo. Lo que llama la atención es la cantidad de focos registrados con días de hasta 200 puntos, "eso es tremendo". Pero, atención, subraya Fernando Valladares, "no todo es cambio climático". El cambio climático está actuando de fondo para facilitar unas condiciones, pero en realidad no se está quemando, sino que lo están quemando. En el 99% de los casos son incendios intencionados por ganaderos y agricultores que tradicionalmente han hecho quemas en estas fechas aprovechando el viento sur, pero que ahora, con un tiempo tan seco y caluroso, se van de las manos.
También destaca el papel del hombre Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales. El profesor reconoce una situación atmosférica de marzo "excepcional", con calor excesivo y vientos que resecan mucho el ambiente y favorecen la rápida propagación de los incendios. "Las circunstancias atmosféricas han sido las más desfavorables posibles, pero luego está el factor humano que para mí es fundamental e incluso más importante que el atmosférico", señala.
Jorge Olcina sitúa esta responsabilidad, principalmente, en que no hay prevención ni un mantenimiento adecuado de los montes y parajes naturales. Falta una buena gestión del monte lo que hace que, cuando las condiciones meteorológicas son idóneas, estos incendios prendan mucho y se extiendan muy rápidamente, asegura el catedrático. "Hay mucho matorral acumulado, no se hacen limpias como se deberían hacer, faltan cortafuegos para que los medios de extinción puedan acceder de forma más fácil; cada vez hay menos agricultura en zonas de montaña y más matorral...".
Razones para prohibir la quema de rastrojos
Condiciones favorables para el desarrollo de un incendio forestal que Fernando Valladares sitúa, principalmente, en la quema de rastrojos. Una práctica que se debería desterrar de forma inmediata por cuatro razones, enumera el profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas:
- El riesgo de incendios: antes se quemaban rastrojos o se abría espacio al ganado entre los meses de octubre y abril porque eran momentos sin riesgo de incendios, pero ahora, con el cambio climático, existe peligro prácticamente todo el año.
- Se necesitan los restos agrícolas y vegetales en el suelo, no en la atmósfera.
- Los rastrojos son necesarios como fertilizantes naturales, mucho mejor que utilizar agroquímicos.
- Los peligros para la salud humana, el humo provoca problemas respiratorios en las personas mayores, niños, mujeres embarazadas, asmáticas... Los propios agricultores presentan consecuencias respiratorias o en la piel.
Esta quema de rastrojos es "un problema grave de salud, tal y como se puede ver en la ciudad de Murcia, en Oviedo o Gijón", explica el biólogo experto en Ecologia y Cambio Global. "Si huele a quemado, significa que mucha gente está inhalando partículas y aerosoles que son tóxicos", subraya. Lo que hay que tener en cuenta, destaca el experto, es que lo que se venía haciendo toda la vida "mal hecho estaba, pero ahora está mucho peor por las condiciones climáticas en las que estamos, es un cóctel letal".
Tolerancia cero con la quema de residuos agrícolas
La legislación europea permite a los pequeños cooperativistas y agricultores la quema controlada, pero para Fernando Valladares eso supone un craso error. Hay que desarrollar una "tolerancia cero" con estas prácticas y ayudar a los agricultores "como sea" a cambiar la mentalidad de que quemar el monte sanea. "No hay que limpiar nada, hay que dejar las cosas donde están y gestionar los residuos de una manera mucho más integrada, no quemando". "Tenemos que cambiar el chip y considerar que los restos vegetales no son un problema, sino un recurso, un fertilizante natural". Lo que no tiene ningún sentido, insiste el biólogo, es esterilizar todo y luego comprar fertilizantes agroquímicos que encima son "caros y venenosos".
"Hay que actualizar la mentalidad, instruir y explicar a los actores implicados que ahora el viento sur no es como antes, sino que sopla fuerte, durante muchos días y luego no llegan las lluvias. Así que lo que antes eran las condiciones óptimas para hacer un fueguecillo en la puerta de tu casa, se convierte en el incendio de todo un monte como el Naranco, que ha apestado de humo a la ciudad de Oviedo", lamenta Valladares.
"Asturias no arde, la queman"
La acción humana en un contexto de cambio climático es lo que está provocando estos incendios de récord, subraya el investigador del CSIC . Hay "mucha ignorancia ecológica y hay que explicar las cosas bien", porque lo que antes podía ser un incendio controlado, ahora puede convertirse en uno de sexta generación. Así, tal y como señala Daniel García, catedrático de Ecología de la Universidad de Oviedo, "Asturias no arde, la queman".
"El factor humano es lo que falla en nuestro país", insiste Jorge Olcina porque "tenemos muy buenos sistemas de extinción e incluso muy buenos sistemas de predicción meteorológica que alertan sobre el riesgo de incendios, pero, cuando ya están originados, sus llamas prenden muchísimo y se convierten en incendios prácticamente incontrolables".
"Prevención, prudencia y educación"
Incendios de sexta generación, que tal y como se vio el verano pasado en Zamora, en Australia o en California son casi imposibles de apagar ya que se convierten en gigantes en llamas con vida propia y condiciones de propagación imprevisibles. Por ello, señalan los expertos, es necesario hacer una buena gestión de la naturaleza "aliándonos con ella y sabiendo que cada bosque tiene sus peculiaridades", añade Valladares.
Es necesario prevenir y hacer un uso del suelo "sensato", no solo por parte de los agricultores o ganaderos. Hay gente que no se da cuenta de que haciendo una barbacoa en su propia casa pueda provocar un fuego si esta está en un entorno muy seco, recuerda Susana Domínguez, directora del Máster en Ecología Urbana e Infraestructura Verde de UNIR. Hace falta "prevención, prudencia y educación" y en eso, concluyen los ecólogos, todavía queda mucho por hacer.